Crítica de Cine

Para Igor, el de Marty Feldman

victor frankenstein

Terror, ciencia-ficción, EEUU, 2015, 109 min. Dirección: Paul McGuigan. Guión: Max Landis (Novela: Mary Shelley). Música: Craig Armstrong. Fotografía: Fabian Wagner. Intérpretes: Daniel Radcliffe, James McAvoy, Jessica Brown Findlay, Mark Gatiss, Andrew Scott, Louise Brealey, Alistair Petrie, Daniel Mays, Freddie Fox, Adrian Palmer, Adrian Schiller, Spencer Wilding. Cines: Málaga Nostrum, Plaza Mayor, Miramar.

El guionista Max Landis -Chronicle, American Ultra- debe estar tirándose de los muchos pelos que tiene. Salvo que el talón recibido le haya calmado los nervios. Porque ha convertido la mejor idea que ha tenido hasta ahora en un guión que, tras un buen arranque, se precipita al disparate; y que, para colmo de males, el tosco director Paul McGuigan reduce a un ruidoso cacharro. Pese a alguna experiencia victoriana anterior (El misterio de Wells) y haber dirigido algunos capítulos de la serie televisiva sherlockiana y posmoderna interpretada por Cumberbatch y Freeman, a McGuigan se le da mejor la violencia del nuevo cine burraco de gángsters (Gangster nº 1, El caso Slevin). La elección por parte del director del estilo enfático de un Guy Ritchie o un Luhrman (¿será solo casualidad que la música sea del Craig Armstrong de Moulin Rouge?) es un grave error de dirección que convierte la película en una mascletá con quema de ninot incluida: el propio monstruo, recreado de forma grotesca.

El tema inagotable de la obra maestra de Mary Shelley ha sido explotado por el cine desde 1910 en todas las versiones y con todas las variantes posibles, siendo las mejores Frankenstein (1931) y La novia de Frankenstein (1935) de James Whale, y la más divertida El jovencito Frankenstein de Mel Brooks. En aquella parodia-homenaje Marty Feldman creó un inolvidable Igor, personaje que en esta ocasión ocupa la centralidad del relato. Me quedo con el Igor de Feldman, qué quieren que les diga.

Es buena la idea convertir a Igor en un freak circense presentado en el arranque de la película con los tonos de Freaks o El hombre elefante. Lástima que la pésima forma de rodar y montar la fuga lo estropee todo y, lo que es peor, deje claro el rumbo que va a tomar la película. Cuando -¡y no ha pasado ni un cuarto de hora!- llega la escena del drenaje de la joroba, hay que dejar toda esperanza y relajarse para ver este estropicio de lo que en principio -uniendo la historia de un Igor rescatado del circo, la del doctor obsesionado por su duelo con la muerte y la trama policíaco-teológica paralela- era una buena idea.

Una nueva muestra de esa tontería retroactiva que no se conforma con crear productos tontos para consumidores lelos, sino que se empeña en traducir obras del pasado al lenguaje tontuno. Daniel Radcliffe, ex Harry Potter, cumple; James McAvoy disparata; Jessica Brown Findlay pasaba por allí. Se agradece la breve presencia del gran Charles Dance como Frankenstein Senior. Afortunadamente la reconstrucción del Londres victoriano es muy buena gracias al estupendo diseño de producción de la gran Eve Stewart (El discurso del Rey, La chica danesa, Los miserables). Algo es algo.

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