Coronavirus | Literatura

Javier Castillo, el rey de la lectura

  • El escritor malagueño corona las listas de ventas de los libros más vendidos en el confinamiento

Javier Castillo, en una imagen reciente.

Javier Castillo, en una imagen reciente. / Javier Albiñana (Málaga)

Si el hábito lector, tal y como revelan distintas encuestas relativas al consumo, ha crecido en España durante el periodo de confinamiento hasta un 4%, estamos en condiciones de poner nombre y apellidos a semejante milagro: los del escritor malagueño Javier Castillo, que corona diversas listas de ventas de libros (todas, al cabo, en las que puede concurrir) y que se ha convertido en la opción preferida para una mayoría de lectores en lengua española. Si su cuarta novela, La chica de nieve, publicada el pasado 11 de marzo, justo antes del decreto de estado de alarma, es líder en los rankings relativos a las novedades de ficción, la primera, El día que se perdió la cordura, aparecida originalmente en 2017, lleva varias semanas instalada en lo más alto de la lista de ventas de ediciones de bolsillo. Cabe recordar que, con sus tres primeras novelas (El día que se perdió la cordura, El día que se perdió el amor y Todo lo que sucedió con Miranda Huff), Castillo ha vendido 650.000 ejemplares merced a las diversas ediciones lanzadas y ha conquistado mercados internacionales tan resistentes a la literatura española como el asiático. Además, los dos primeros son actualmente objeto de adaptación para una serie de televisión bajo la mayor discreción. Todo apunta, dada la acogida, incluso en un contexto tan adverso como una epidemia, que La chica de nieve, escrita bajo la misma e inefable fórmula del thriller más adictivo, correrá la misma suerte.

"Mi aspiración es escribir algo que pueda competir con todos los estímulos que hay", afirma el autor

En una entrevista concedida a este periódico poco antes de la publicación de La chica de nieve, Javier Castillo afirmaba: “Hay libros escritos para leer cuando buscas profundizar en algo y yo escribo para que se pueda leer en el metro o en la tumbona de la playa. Se trata de escribir algo que pueda competir con todos los estímulos que hay, que sea lo suficientemente poderosa como para poder ignorar el móvil o las series que te esperan en internet”. Castillo definía además su estilo como “una modo de hacer un puzzle con una montaña rusa de emociones para variar los tiempos y mantener la atención del lector. La gente me cuenta que tarda en leerse mis libros uno o dos días”.

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