Cultura

Juan Diego Flórez o el mejor aliado del 'bel canto'

  • El tenor peruano regresa hoy y mañana al Teatro Real con dos recitales en compensación por la cancelación de 'Rigoletto'

El tenor peruano Juan Diego Flórez saldará hoy y mañana su deuda con el Teatro Real con dos recitales que serán "los más difíciles" que ha hecho en su carrera, una trayectoria que esta estrella de la lírica de 36 años cuida con prudencia porque "no va de menos a más, sino de más a menos". Estos dos recitales, que realizará acompañado del pianista Vicenzo Scalera y con un repertorio en el que destacan arias de Rossini, su especialidad, fueron los que Juan Diego Flórez ofreció al Teatro Real a cambio de cancelar su compromiso para interpretar el Rigoletto de Verdi.

"Es una ópera que he cantado dos veces, pero tiene una tesitura un poco baja para mi voz. Me sacaría de carril y después me costaría cantar mi repertorio habitual. Lo que voy a cantar es mil veces más difícil", aseguró ayer el tenor en la presentación de sus recitales, el primero de los cuales podrá ser seguido en directo desde el exterior del Real a través de una pantalla. Asegura que "más adelante" tanto Rigoletto como las óperas de Mozart estarán en su repertorio, cuando el bel canto "lleno de agudos" al que ha dedicado sus trece años de carrera le resulte difícil. "La voz va cambiando, va perdiendo flexibilidad y se va asentando en otros registros. Más que una evolución es una involución. Cuando uno cambia de repertorio es porque ya no puede con el que hace. No se va de menos a más, sino de más a menos", explicó.

Pero él confía en que "por muchos años" pueda seguir con su repertorio actual porque "es lo que amo y lo que el público quiere oír", algo que él alimenta "con una buena técnica, estudiando" y siguiendo el ejemplo de su admirado Alfredo Kraus, que "hasta edad avanzada cantaba el repertorio que cantó en su juventud". Asegura que no tiene temor de quemar su voz aunque no olvida nunca que "las cuerdas vocales son dos membranas pequeñísimas" y que hay que cuidarse "sin obsesionarse". Por eso él ha seguido el consejo que le dio Pavarotti, quien le reconoció como su sucesor, de guardar siempre dos días de descanso entre función y función. "Nuestra carrera es muy linda. Yo me siento muy afortunado" y, además, siempre quedan "puertas abiertas para seguir mejorando", anotó.

Para él cada actuación es "un reto" y sobre todo en estos tiempos en los que "hay más presión de hacerlo siempre al cien por cien" porque el directo ya no es sólo el directo: "La misma noche de la función hay mucha gente que graba con las cámaras escondidas y por la noche ya está en internet". Y también porque los teatros enfatizan más ahora la figura del cantante: "Los teatros tienen necesidad de explotar tu imagen. En el Metropolitan ahora cuelgan tu foto en tamaño gigante, y la ponen también en los autobuses y en el metro. El mundo es así, y, si no vas así, no funciona", añadió.

Entre sus proyectos figura el de grabar un disco de arias sacras, que incluirá probablemente una compuesta por él mismo, pero también volver al Real el próximo año con I Puritani de Bellini en formato de concierto, según ha contado el tenor, cuya agenda tiene ya citas hasta el 2015. Sigue adelante su proyecto con el director de orquesta venezolano Gustavo Dudamel de ofrecer un concierto en Machu Picchu como "una señal" para "hacer saber al mundo lo que estamos haciendo", así como el de ayudar a crear en su país una red de orquestas infantiles y juveniles que dé a los niños "la posibilidad de abrirse paso con un instrumento".

Lo que no tiene en mente es volver a cantar rock, como hizo en su juventud: "No tengo especiales ganas. Todavía escucho rock y tengo mi guitarra, con eso es suficiente".

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