Julia Roberts y Javier Bardem revolucionaron anoche San Sebastián y aportaron un toque hollywoodiense al festival de cine, con una llegada tardía en medio de la enorme expectación de los cientos de personas que esperaban poder ver de cerca a sus ídolos. La actriz, que recibirá hoy el Premio Donostia en reconocimiento a su trayectoria, posó para los fotógrafos acompañada por el español, pero se limitó a saludar a los fans, ante su decepción y a pesar de los casi alaridos de algunos que pedían su autógrafo.

Además de la llegada de las estrellas, la jornada de ayer acogió la apuesta por la telenovela de Misterios de Lisboa, un largo, interesante y en ocasiones surrealista filme del chileno Raúl Ruiz, que sorprendió en la Sección Oficial con su estructura folletinesca y brillantes destellos del mejor cine. Amores imposibles, hijos bastardos, asesinatos, búsqueda de poder. Nada falta en esta historia, que se sitúa en el Portugal del siglo XIX en la que cobran mucha importancia "los elementos a fondo de cuadro", según el director.

Una historia muy diferente del realismo puro de la segunda película de ayer de la sección oficial, Neds, del británico Peter Mullan, un filme sólido, bien rodado y con un buen actor protagonista, pero con una historia de adolescencia y pandilleros que repite esquemas muy exprimidos en el cine.

Pero uno de los momentos más emocionantes fue la proyección de Bicicleta, cuchara, manzana, un documental dirigido por Carles Bosch sobre el alzheimer que sufre Pasqual Maragall. El ex presidente de la Generalitat de Cataluña estuvo presente en el pase y fue despedido con los aplausos del público.