Cultura

Kara Walker expondrá en el CAC Málaga sus siluetas fantasmagóricas

  • El centro acogerá entre el 27 de junio y el 31 de agosto la instalación 'The black road', primera exposición individual de la artista norteamericana en España

El verano está al caer y los museos de la ciudad preparan su agenda estival para mantener su público y atraer al turismo. El CAC Málaga de calle Alemania tiene su afluencia ganada de antemano con los enormes lienzos de Sorolla que ya todo el mundo espera, pero, de forma paralela, el centro mantendrá su apuesta por el registro contemporáneo con una propuesta muy en su línea: entre el 27 de junio y el 31 de agosto, el antiguo Mercado de Mayoristas acogerá la instalación de Kara Walker The black road, que constituye, según informaron fuentes del centro, la primera exposición individual de la artista norteamericana en España. Se trata un montaje especialmente concebido para el CAC en la que Walker, ganadora del prestigioso Premio Whitney, vuelve a indagar sin tapujos en la historia de América, el sexo, el amor, la violencia, la esclavitud y la subyugación. Un plato a veces duro de roer pero atractivo en su fondo y en su forma.

En The black road, Kara Walker vuelve a trabajar con su material predilecto: unas siluetas recortadas que, a la manera de sombras chinescas y fantasmagóricas, recrean los inicios del cinematógrafo y las linternas mágicas, donde las trasparencias pintadas eran iluminadas por lámparas de aceite. Los figurines, delicadamente recreados en sus vestidos y posturas, recuerdan igualmente a las caricaturas recortadas sobre cartulina negra que se popularizaron durante el siglo XVIII en la corte francesa. El resultado presenta una aparente resolución de ensoñación y fantasía, aunque encierra una comprensión realista, desnuda en extremo, para la asimilación de su contenido ético y estético.

La sociedad y el género humano, con una perspectiva intrincada en la cultura norteamericana, aparecen formuladas de manera libre en la siluetas. A través de ellas, Kara Walker expone un nítido discurso en el que caben el racismo, el apartheid, la explotación, las cuestiones de género, las injusticias sociales, la condición humana como posesión y objeto de compraventa, la opresión, los roles y su justificación. La sencillez de la superficie, la trivialidad que emana la totalidad de la instalación, es sólo una máscara tras la que se oculta una crítica sin paliativos a las otras sombras, las de la cultura, la economía, el desarrollo y las relaciones humanas. Una forma como otra cualquiera de llamar a las cosas por su nombre.

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