Cultura

Lapierre retrata el "veneno abominable" del 'apartheid'

  • El francés narra en 'Un arco iris en la noche' la "prodigiosa epopeya" colectiva de la población negra de Suráfrica

El "veneno abominable" que engendró el apartheid en Suráfrica está muerto y es irrepetible, sostiene rotundo Dominique Lapierre con motivo de la publicación en España de Un arco iris en la noche, un fresco deslumbrante de cómo se gestó la "prodigiosa epopeya" que ha personalizado Nelson Mandela. Francés de 78 años, autor de ¿Arde París? (firmado junto a Larry Collins) o La ciudad de la alegría (en solitario), Lapierre no desfallece en su entusiasmo por Mandela, "un gigante, una luz de la humanidad como lo fue Gandhi".

Un arco iris en la noche, editado por Planeta, es la apasionante historia de una población y de la dura lucha primero de los colonos boers contra una naturaleza hostil y luego de los negros nativos por sobrevivir enfrentados sin piedad a las políticas de apartheid (la palabra holandesa para separación).

Con estilo periodístico, el autor cuenta cómo unos plantadores de lechugas holandeses con fe ilimitada en la Biblia llegan en 1652 al Cabo de Buena Esperanza con el único propósito de proveer de verduras frescas a los marineros. Los holandeses y un poco más tarde los hugonotes franceses ambicionan tener sus propias tierras y pasan de ser boers (campesinos) a "propietarios" de África, afrikaners, pero radicalmente apartados de la población nativa.

Hacen el "gran viaje" al interior del continente, luchan contra los británicos, atraídos por el hallazgo de oro y diamantes, y, a comienzos del siglo XX, deciden profundizar en su separación de los negros. Inspirados en las "enseñanzas" de los nazis, cuenta Lapierre, unos cuantos de ellos inventan el "repugnante régimen racista" que bautizaron como apartheid. "No tenían cámaras de gas, pero todo lo que hicieron fue nazi, de la misma inteligencia e imaginación extraordinaria y malévola", denuncia.

Cuatro millones de blancos permanecieron aislados de 25 millones de negros, a los que sometieron a más de 1.700 leyes y disposiciones para garantizar la segregación racial, una "vergüenza execrable" que no murió hasta 1994, combatida por un "héroe legendario" llamado Nelson Mandela. "Fue una fortuna extraordinaria para ese país tener un gigante como él, que después de 27 años de prisión por culpa de los blancos dijo al pueblo surafricano que había que crear juntos un país de arco iris, en el que todas las razas se reconciliaran", dice.

El libro, al que ha dedicado tres años de investigación, cuenta también las aventuras de los zulúes cortadores de cabezas y de los buscadores de oro y diamantes, y cómo se gestaron las "ruines y crueles" leyes que desafiaron atrevidos pioneros como el doctor Christiaan Barnard o Helen Lieberman. Conocer a esta "madre Teresa" y su "ejemplo de cómo superar un odio tan extraordinario" le impelió a hacer un libro sobre ella, pero luego conoció la historia del país y no pudo evitar su hechizo.

Ahora los afrikaner son más de cinco millones, pero el escritor está seguro de que en los descendientes de quienes inventaron el apartheid no anida "el mal" que retrata en su libro, del que el francés destina la mitad de los derechos a una ONG india y a otra sudafricana.

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