Cultura

Literatura de interior

Aunque no venga recogido en la célebre antología de Borges, Bioy y Silvina Ocampo, E. F. Benson fue un reputado autor de relatos de terror, cuya característica más reseñable fue la de situar sus historias, no en los escenarios convencionales del género (una iconografía que va del páramo con luna a la ruina ojival y el cementerio), sino en el propio ámbito doméstico, hasta entonces a salvo de tales amenazas. Esa misma domesticidad, refinada y estrecha, es la que escogerán dos géneros de la literatura británica del XIX/XX: la novela de misterio de Conan Doyle y Agatha Christie y la comedia clasista de Waugh y Wodehouse.

Lucía en Londres pertenece a este último capítulo de la literatura anglosajona y parte del mismo principio científico que sus congéneres: la acotación y el escrutinio de una realidad cerrada y manejable. La diferencia, pues, no radica tanto en el ámbito sujeto a estudio, sino en la intención postrera del escritor, que si allí buscó el escalofrío de sus lectores, aquí suscitará una irónica benevolencia en la que se condena y se salva la clase social analizada. Lucía en Londres no es más -no es nada menos- que eso; una mirada ácida y burlona, que sin embargo no oculta su admiración por las costumbres de la burguesía y la aristocracia rural de entreguerras. Costumbres entre las que se encuentra una urbanidad ceremoniosa e invasiva, que ahoga cualquier atisbo de intimidad o reserva, y cuya mutua vigilancia -la figura del chismoso, tan utilizada por Christie- es el foco principal de los lances humorísticos que aquí se relatan.

Quiere decirse, pues, que si Lucía Lucas, la protagonista de esta novela, trata de escapar a ese estrecho cerco vecinal, para inmergirse en el Londres elegante y snob de las vanguardias, sus vecinos no se lo pondrán tan fácil. En buena lógica, los chismosos de Benson no hacen sino eludir la soledad y el tedio que exudan sus propiedades en la campiña, y harán cualquier cosa para permanecer en grupo. Con lo cual, bajo la superficie humorística de sus novelas, bajo la amable y trepidante sátira de Lucía en Londres, es un concepto oscuro y gravitante de lo doméstico aquello que se nos ofrece. Una domesticidad, como hemos visto, en la que también aguardan la fantasmagoría y el crimen.

Lucía en Londres

E. F. Benson. Trad. Julia Osuna. Impedimenta. Madrid, 2015. 336 páginas. 22,50 euros

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