El sueño de todo artista es ver una de sus obras convertida en icono de referencia. Muy pocos, casi nadie, lo han conseguido. De los pocos, es un artista nacido en El Puerto y convertido por el diseño de una obra suya en uno de los pintores más inmortales que ha dado España. Hace ya unos años, cinco de mayo de 1991, desapareció aquel autor genial que creara una pieza que va a permanecer eternamente en la conciencia y en la mirada de todos; porque no podemos rechazar - aun ni los más cretinos de lo artístico pueden hacerlo desde su obtusa capacidad - que el Toro de Osborne es una obra maestra que ha llegado a ser un elemento más de nuestro paisaje. Por eso, creo que el logro máximo a lo que todo artista puede aspirar es que su trabajo forme parte de la ambientación natural más inmediata. El toro de nuestras carreteras ha dejado de ser el diseño afortunado para convertirse en algo consustancial con la escenografía española. Es la fusión íntima con el horizonte; incluso la firma comercial que lo patrocinó ha sido asumida por la entidad significativa de la propia obra. Nunca una empresa ha tenido un reclamo publicitario con más fortuna. Jamás Osborne podrá saldar la deuda con el artista que ha eternizado su nombre.

Una exposición de Manolo Prieto es todo un acontecimiento que atrapa la mirada y plantea toda una lección del mejor diseño que se ha dado en nuestro país. Porque Manolo Prieto no sólo fue el creador del toro de nuestro paisaje, de la figura imperecedera de una firma bodeguera; fue, también, un artista total que se adelantó a su tiempo y dio con muchos de los planteamientos del actual diseño. Tampoco se puede olvidar que el artista portuense puso la imagen de muchas otras marcas comerciales. Los primeros yogures que en España se comercializaron tuvieron el talento de Manolo Prieto detrás; la Compañía Iberia lanzó sus iniciáticos rumbos desde la propaganda ideada por Manolo Prieto. RENFE también tuvo en este autor a uno de sus máximos creativos. Los más renovadores carteles taurinos, muy distintos de aquellos otros creados por el costumbrismo de Ruano Llopis o Escacena, salieron del genio creador de Manolo Prieto.

Cuando estamos dominados por un arte totalmente adocenado, cuando los artistas mínimamente se apartan de una creación lineal y parecida, el ejemplo de Manolo Prieto debe ser considerado en toda su magnitud. Hartos estamos ya de que tantas medianías ocupen las más altas instancias creativas. Es hora de poner en su sitio a un artista total que fue, autor entre muchas más cosas, de la que es, sin duda, una de las obras más afortunadas del arte español.

La exposición portuense patrocinada por la Academia de Bellas Artes de Santa Cecilia es una buena ocasión para acercarse a una parte de su importantísimo legado.

Centro Cultural Alfonso X El Puerto