Cultura

Música culta para todos

  • El homenaje a Ruperto Chapí en su centenario, hoy a las 21:00 en el Teatro Cervantes, inaugura la primera temporada de la OFM posterior a la 'era Ceccato', sin titular y con quince batutas invitadas

Comentaba recientemente con un amigo la afición lírica que Málaga siempre presentó. Es por ello que pienso que el primer concierto que esta noche inaugura la temporada de conciertos de la Orquesta Filarmónica de Málaga (OFM) no es sólo una dedicatoria al maestro Ruperto Chapí en el centenario de su muerte sino que se debería hacer extensible a los numerosos amantes de la lírica de nuestra ciudad. Malagueños y malagueñas que se lanzan a conseguir una entrada, de esas que se agotan en los primeros días, y que sin duda se reencontrarán con los números de zarzuelas del inmortal creador alicantino.

Por todos es conocida la afición y la perfección que poseen los instrumentistas de viento en la zona levantina. Una tradición de la que Chapí se contagió en su Villena natal y supo extender a sus interpretaciones en aquella histórica orquesta del Circo Price (donde también tocaba Bretón), y fundamentalmente a sus zarzuelas de género chico y grande. Una vasta producción musical de la que el maestro Lorenzo Ramos a la batuta, actual director artístico de la temporada lírica malacitana, ha seleccionado con buen criterio algunos de los momentos más chispeantes, con sabor por ejemplo a Guajiras o Carceleras, adjuntándole su lado menos conocido en una muestra de los poemas sinfónicos del autor. La soprano Milagros Martín, el Coro de Ópera e, indudablemente, los maestros de la orquesta le ayudarán en tal cometido.

Pero este concierto inaugural es sólo un preludio del resto que progresivamente se irá desgranando en esta temporada asequible y, por fin, variada. Me quedo principalmente con esta última palabra, deseada por todos los melómanos malagueños y a la que yo me suscribo sin pensarlo. Alejados, por tanto, de aquellos monográficos más que eternos, los nuevos aires con los que se emprende la singladura de la OFM parece que son refrescantes, ante el verano que poco a poco dejamos atrás.

Con tan sólo acercarnos a la paleta de más de una treintena de compositores enmarcados entre los siglos XIX y XX, dentro de los rescatados quince conciertos, obtenemos la primera prueba de lo heterogéneo de la programación. Pero el contar de nuevo con propuestas para voces solistas en las personas de María Espada y Carlos Mena, entre otros, junto a solistas instrumentales (piano, violín y violonchelo) vuelven a refutar la premisa señalada.

Indudablemente hay que hablar de conciertos conmemorativos en una merecida referencia a los compositores homenajeados de este año plagado de fechas. Hablamos de Albéniz y nuevamente de Chapí, junto a otros autores que indirectamente relucen por tales cuestiones. Además, se produce una invitación a conocer autores nacionales e internacionales no tan programados; es el caso de Fernández Blanco y Manrique de Lara, o de Roussel y Delius.

Igualmente, Haendel y Bach se postulan como los artífices de los conciertos temáticos (Navidad y Semana Santa), siendo los acompañantes de otras veladas que se perfilan como atrayentes de público. Y es que programar piezas desconocidas con las idolatradas de todos los tiempos siempre suma éxito, y realmente, añaden dificultad al intérprete. Además, me alegra comprobar que las fórmulas que resultan se siguen aplicando. Es el caso de apostar por los valores locales como es el caso del violinista Jesús Reina y la soprano Rosa Miranda, y de dar cabida a la creación musical de estreno, siendo el maestro García Román en darle forma a su De Civitate Maris.

Si se fijan, dejé para el final las quince batutas que pasarán por el podio frente a los maestros de la OFM. Sin duda, y al margen de la existencia tal vez de un proceso selectivo o no, se presentará como una oportunidad para contemplar diversidad de criterios y para conciliar el fin último: disfrutar de una música culta para todos.

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