Cultura

Odyssey, una victoria andaluza

  • La ex ministra de Cultura que inició la demanda contra la empresa cazatesoros, Carmen Calvo, ensalza el papel de la comunidad en una batalla legal saldada con éxito

La historia del general de la Armada Diego de Alvear y Ponce de León, que en 1804 vio hundirse la fragata Nuestra Señora de las Mercedes con su mujer y siete de sus ocho hijos a bordo, siempre rozó la biografía de Carmen Calvo, incluso muchos años antes de ser nombrada consejera andaluza de Cultura y, posteriormente, ministra del ramo. "Cuando era niña, montaba a caballo por los campos entre Montilla y mi pueblo, Cabra, y sentía mucha curiosidad por una finca llamada La Inglesa que solía recorrer", recuerda la hoy profesora de Derecho Constitucional de la Universidad de Córdoba. El singular nombre de la casa solariega remitía al hecho de que Alvear, que también participó en la defensa de Cádiz contra las tropas napoleónicas, se había casado en segundas nupcias con la británica Luisa Rebeca Ward, a la que conoció en el Reino Unido durante los años que pasó exigiendo una indemnización a la Corona británica. La acusaba de haber roto la tregua de no agresión para disparar sus cañones contra el navío del que en 2007 la empresa cazatesoros Odyssey extrajo el célebre botín que ahora regresa a España tras una larga batalla legal.

Un triunfo que, para Carmen Calvo, es "plenamente andaluz porque fue la Junta de Andalucía la que dio los primeros pasos contra Odyssey y la que empezó a proteger el patrimonio marino gracias a la creación del Centro de Arqueología Subacuática de Cádiz (CAS) y a la estrecha colaboración entre la Guardia Civil, los investigadores del Archivo de Indias y tantos técnicos y personas de mi equipo que lo dieron todo para demostrar que se estaban expoliando bienes españoles y que había que evitarlo. Así que, cuando llegué al Ministerio de Cultura, fue una andaluza la que dio el primer paso al frente, lo que también era una manera de honrar la memoria de ese héroe andaluz llamado Diego de Alvear, cuya apasionante vida está novelando ya la escritora Mari Pau Domínguez".

Calvo declara, cuando el tesoro de 500.000 monedas de oro y plata está a punto de llegar, que "mi trabajito me costó. Recibí muchísimas presiones para olvidarme del tema y de algunas de ellas dan fe los cables de Wikileaks". Se refiere a las reuniones que mantuvo en su etapa ministerial (2004-2007) con el embajador estadounidense, que le pedía que buscaran "una solución". "Yo le repetía siempre lo mismo: que lo que tenían que hacer era cumplir la ley y no había negociación posible porque el pecio era la tumba de los marinos españoles".

La cordobesa se emociona al hablar del apoyo que les prestó la Guardia Civil a principios del siglo XXI. "Telefoneaban a Cultura para denunciar que un barco se movía sospechosamente en aguas españolas y que, si se atrevían a sacar algo del fondo del mar, nos avisarían. A la vez, consultamos a los investigadores del Archivo de Indias, que nos explicaron que uno de los naufragios más importantes y míticos, porque murió en él toda la tripulación, fue el de la Mercedes frente a las costas de Portugal. Y añadieron que si los piratas invertían tanto esfuerzo seguramente iban tras él".

Las sospechas eran fundadas y provocaron una crisis entre la consejera de Cultura y el Gobierno de Aznar, que no quería ratificar el Tratado Internacional de la Unesco para la protección de los fondos arqueológicos subacuáticos. "Curiosamente hoy soy amiga de la entonces ministra, Pilar del Castillo, con la que la semana pasada almorcé en la feria ARCO Madrid", revela.

Cuando Calvo llegó al Ministerio de Cultura en 2004, una de las primeras medidas que firmó fue ese tratado de la Unesco: "Ya entonces pensé que si algún día el asunto de la Mercedes llegaba a los tribunales tendríamos ese compromiso internacional, que nos ha permitido ir bien pertrechados a los juzgados". En mayo de 2007, en su recta final en el Gobierno, se inició la demanda contra Odyssey Marine Exploration. El mismo año, el Consejo de Ministros aprobó el Plan Nacional de Protección del Patrimonio Arqueológico Subacuático .

Aún recuerda con nitidez la petición que cursó ese año al entonces ministro de Defensa para que colocara una fragata de guerra delante del barco de Odyssey, tras ser informados por la Armada y la Guardia Civil de que iban a sacar lo extraído a través de Gibraltar, como finalmente ocurrió. Calvo decidió actuar a toda prisa e interponer un recurso en Tampa denunciando que se había extraído un pecio español. "Primero interpuse el recurso y luego lo comuniqué en el Consejo de Ministros", rememora de una de las decisiones más difíciles de su carrera política, "una apuesta poco vistosa y de muy largo recorrido".

La prensa española recogió que ese gesto suyo disgustó incluso al Ministerio de Exteriores, que temía una quiebra en las relaciones diplomáticas con Washington y Londres. El apoyo del presidente del Gobierno y de la entonces vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega -"la ministra jurista sabe lo que tiene que hacer", llegó a decir Zapatero- permitieron a Calvo seguir batallando por el contenido de aquel buque oficial español. "Inmediatamente la Marina, el Museo naval y muchas instituciones fueron aportando a los abogados españoles los argumentos que, tras una dura batalla legal, han concluido en un triunfo sin precedentes contra los cazatesoros", dice ella, feliz de recibir estos días numerosas felicitaciones de la Armada y de amigos "que me dicen que voy a triunfar como el Cid". Con todo, lo que Calvo quiere recalcar es que se trata "de una victoria andaluza. Esta historia es como una novela, pero como una novela andaluza. Cuando escucho comentarios acerca de que el nuevo ministro Wert en apenas dos meses ha descubierto una Gioconda y recuperado un tesoro, no puedo dejar de pensar en todos los riesgos que asumimos nosotros y lo firmes que nos mantuvimos para jamás dar a Odyssey autorización para explorar nuestros fondos marinos sin la presencia de un buzo español".

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