Aunque se venía hablando mucho del uso escénico del Teatro Romano como proyecto cultural decisivo para Málaga, faltaba un visto bueno oficial desde las instituciones públicas más allá de los buenos deseos de la Consejería de Cultura y de la marca Teatros Romanos de Andalucía, más propia aún del desideratum que de la materia en firme. Ayer, ese visto bueno ocurrió al fin sobre el papel, de manera discreta, todavía embrionaria, pero ya como puerta abierta a pasos definitivos en un futuro cercano. El Parlamento de Andalucía recogió en su Boletín Oficial la aprobación por parte de la Comisión de Cultura y Deporte de una proposición no de ley "relativa al uso del Teatro Romano de Málaga para actividades escénicas y musicales". Y en el texto, la Cámara Autonómica insta "a la firma de un convenio de colaboración entre las administraciones para establecer y desarrollar una programación escénica en el Teatro Romano de Málaga". Aunque de regusto efímero, la convocatoria tiene connotaciones de luz verde en cuanto desvela la intención, esperada durante muchos años, de poner en marcha un ciclo de representaciones teatrales en el yacimiento. Lo que no es poco.

Tal y como apuntaba el mismo consejero de Cultura, Luciano Alonso, en una entrevista concedida recientemente a este periódico, y como contempla la proposición, para que la programación escénica pueda desarrollarse antes deben culminarse dos pasos decisivos: el final de las obras de adecuación de la orchestra y el frente de escena por un lado y, por otro, la emisión de un estudio que analice las posibilidades del uso escénico del enclave. Con respecto a las obras, el primero de los dos tramos de la intervención aprobados el año pasado ya ha concluido, mientras que se espera que la adjudicación y ejecución del segundo se resuelvan antes de fin de año, con lo que a partir de comienzos de 2014 el teatro estaría ya disponible para la celebración de espectáculos; en cuanto al citado estudio, será la Dirección General de Bienes Culturales la que dictamine qué tipos de representaciones podrán celebrarse, con qué aforo podrán contar las funciones y qué estructuras habrá que añadir para el correcto funcionamiento escénico del área. En este sentido, la intervención debe resolver algunas cuestiones pendientes como el lugar que ocuparán los camerinos, con qué iluminación contará el recinto y cómo se preservará la escena del flujo peatonal de la calle Alcazabilla.

Las dos administraciones que deberán firmar el convenio para la programación escénica son la Consejería de Cultura, responsable de la gestión y conservación del yacimiento; y el Ayuntamiento, a quien compete la cuestión de la seguridad y que también ha dejado clara su intención de organizar espectáculos en el Teatro Romano una vez se conozcan los huecos que deje libres en el calendario la programación autonómica. La negociación que arranca ahora a instancias del Parlamento Andaluz está obligada a encontrar acuerdos eficientes con celeridad si ambas partes quieren ver funciones en el Teatro Romano el año que viene, una novedad que impulsaría como pocas la vida cultural en Málaga.