Cultura

Pombo apela al "entusiasmo" necesario para "enseñar cosas"

  • El ganador del Nadal alerta de la pasividad de los intelectuales en la sociedad actual

El escritor Álvaro Pombo alerta de la pasividad de los intelectuales en la sociedad actual en su última novela, El temblor del héroe, con la que ha ganado el Premio Nadal, uno de los más prestigiosos de las letras hispanas. La novela narra la historia cruzada entre tres personajes, Román, un profesor universitario de Filosofía ya jubilado, el joven periodista digital Héctor, que lo entrevista para la publicación Los Inactuales, y Bernardo, un ser malévolo.

La confluencia de los tres protagonistas tiene, como avanzó ayer Pombo , "un desenlace fatal y trágico, con una muerte muy salvaje, seguramente muy melodramática y teatral, que se produce ante la inacción del veterano profesor". Sostiene el autor de La fortuna de Matilda Turpin que "para que las cosas no salgan mal, tienes que empeñarte en que salgan bien", en una suerte de teoría contraria al determinismo.

A partir de la actitud de Román, Pombo critica al intelectual, que "no debía ser un topo y tenía la obligación de evitar la desesperación y la estúpida prostitución del joven Héctor, quien además le había tratado bien". Y añade en su habitual tono socarrón: "es mal asunto tener mi edad, tener todavía fuerzas, pero estar desencantado, porque nos convertimos en monstruos".

Desde un punto de vista narrativo, la novela, que publicará Destino, alude a la obra El furor heroico -un título que llegó a barajar para su obra-, de Giordano Bruno, que habla sobre "el entusiasmo que uno necesita para vivir, pero también para enseñar cosas".

El profesor Román de la novela es alguien que ha enseñado pero que no ha escrito nunca nada, "por el prejuicio de pensar que la escritura mata el fluir del pensamiento", alguien que cuando se jubila se queda sin gente que le oiga y deja de tener el "feedback necesario que le entusiasma". Creyó que al jubilarse tendría una nueva elocuencia, pero en realidad, advierte Pombo, sufre una especie de atasco, se queda sin ganas de pensar y entonces se entrega a una especie de coqueteo por aburrimiento, se deja querer y aparece en su vida el joven periodista digital.

Como ya es habitual, Pombo ha dictado su novela, y, según revela el propio escritor, no le ha costado mucho meterse en la piel de ese profesor jubilado. Quizá por eso no se siente del todo liberado de la escena reproducida por El Bosco en Las tentaciones de San Antonio: "cuando uno se jubila, ya no quieres obrar bien, tampoco quieres obrar mal, pero tienes la pereza de hacer el bien", explica.

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