Cultura

De la Rosa indaga en Arias Montano

  • El escritor presentó ayer en la librería Luces su última novela, 'El ermitaño del rey'

Benito Arias Montano fue, en el más estricto sentido de la expresión, un personaje de novela al que la Historia ha preferido dejar de lado. Vivió en el siglo XVI, fue capellán de Felipe II, ejerció de embajador del monarca en periodos extremadamente difíciles, llegó a dominar catorce idiomas (entre ellos el arameo) y realizó varias traducciones de la Biblia. Murió en Sevilla, olvidado por todos, después de haber ocasionado numerosos quebraderos de cabeza a la Inquisición por considerar que la importancia, precisamente, de la Biblia radicaba más en su lingüística que en su dimensión sobrenatural; también fue acusado de practicar ciencias ocultas al amparo de Felipe II (quien, conviene recordar, mandó construir El Escorial a imagen de Jerusalén con diversas consignas esotéricas relacionadas con el Templo de Salomón), aunque parece que sus sortilegios se reducían a saludables recomendaciones gastronómicas. Este héroe de singular atractivo protagoniza la última novela del escritor sevillano Julio Manuel de la Rosa, El ermitaño del rey (Algaida), que fue presentada ayer por su propio autor en la librería Luces de Málaga pocos días después de haber sido condecorada con el Premio Andalucía de la Crítica.

La novela arranca en los últimos días de vida de Arias Montano en Sevilla, cuando recuerda su proyecto de escritura de una biografía de Erasmo de Rotterdam, que desechó por miedo al Santo Oficio. La idea de convertir al capellán en material novelesco la tuvo De la Rosa hace ya algunos años, "pero, cuando me puse a reunir documentación comprendí que tenía que conceder dedicación exclusiva a este libro, que no podría escribirlo a base de fines de semana y vacaciones; así que decidí que esperaría a mi jubilación y, al día siguiente de la misma, ordené toda la documentación y comencé a escribir". No cesaron, sin embargo, los viajes y los esfuerzos "que a veces decaían hasta el punto de querer abandonar sin más, aunque la ayuda de amigos como Caballero Bonald me permitió mantenerme en el empeño". Tras una primera versión "que me dio la impresión que podía dormir a cualquiera", la edición definitiva "equilibraba, a mi parecer, la investigación histórica y el ritmo literario".

Para paliar tal gasto, el sevillano ya tiene una nueva novela entregada. "Será distinta", advirtió.

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