Carlos Sisí. Escritor

"Siempre imaginamos futuros terribles porque somos terribles"

  • El autor malagueño presenta hoy a las 19:00 en la librería En Portada (C/ Nosquera) su última novela, 'Panteón', una mirada propia a la ciencia-ficción ganadora del Premio Minotauro

Pues sí, el hombre que puso a toda una legión de zombis a patearse Málaga desde la iglesia de la Victoria hasta la calle Beatas en la exitosa trilogía Los caminantes es Carlos Sisí (Madrid, 1971), quien desde su soleado apartamento en Calahonda es capaz de imaginar los mundos más febriles e indescriptibles. Tras narrar la venganza ecológica de la Tierra en La hora del mar, el autor traslada su gusto por el terror al más puro estilo Lovecraft a unos diez mil años después del estallido del planeta en Panteón, la novela con la que ha ganado el Premio Minotauro, galardón de referencia de la literatura fantástica en español.

-En Panteón aborda la ciencia-ficción por primera vez de manera directa como género. ¿Qué influencias tuvo en cuenta a la hora de escribirla?

-Sobre todo, quería conseguir una novela con la que el lector, en esencia, se lo pasara bien. La ciencia-ficción no es vehículo principal de la historia per se, sino que constituye el entorno en el que se mueven los personajes y discurre la historia. Es lo único que tenía claro de la novela: quería conseguir que el lector sintiera afinidad con los dos protagonistas, que los acompañara durante el viaje y sintiera a través de ellos. Estoy muy contento por los comentarios recibidos, parece que lo he conseguido. Para el resto de elementos, toda la tecnología que les rodea, utilicé un enfoque más Alien, con la nave que parece que aguanta a base de reparaciones-parche y los barnicé con un poco de sentido común. Por ejemplo, no creo que incluso en el distante futuro de la novela los robots puedan desarrollar pensamientos propios como lo haría un cerebro humano. Creo que nos costará emular esa tremenda capacidad. Fue complicado, por lo demás, imaginar al hombre del espacio, que ha escapado de su planeta original y se ha adaptado a algo tan enorme. También va a costar como especie. Piensa que muchos de los astronautas que regresan desarrollan problemas de depresión, neuropatías y ansiedad. Me lo comentaba un amigo diciéndome que el hombre tiene todavía un cerebro de mono que durante millones de años se ha preocupado tan sólo en comer y procrear. "No nos da el cerebro, Carlos, para enfrentarnos con el espacio profundo y vivir en él", me decía.

-Algunos aspectos de la novela, como el control de La Colonia y cierta conciencia de clase de los protagonistas, admiten una lectura política. ¿Qué opina usted?

-Supongo que puede hacerse esa lectura, aunque no ha sido de una manera consciente. Vivo con la realidad española todos los días, una realidad fea que es un tablero de ajedrez lleno de reinas, torres y caballos enemigos, y donde sólo nos quedan ya peones para hacer movimientos. Imagino que algo de eso traspasó a los personajes, porque es inevitable dejar huellas personales en una historia. Creo que el modelo de gente arriba y gente abajo es algo que persistirá en el futuro, porque es un concepto que llevamos dentro.

-Citaba antes a Alien, y alguna referencia crítica conecta Panteón con Prometheus. ¿Alguna vez temió que estas comparaciones pudieran ser muy evidentes?

-Alien es una película muy especial para mí. Hubiera sido increíble poder hacer la novelización, lo hubiera disfrutado enormemente porque su discurso narrativo es ejemplar: rezuma tensión y expectación, plantea incógnitas muy potentes y tiene unos personajes creíbles y cercanos, una suerte de camioneros espaciales. Por no hablar del fantástico diseño visual del monstruo que le da título. Por eso tenía claro que no quería un alienígena hostil como elemento de terror en la historia. Algo así habría sido una burda copia, una imitación condenada a pasar desapercibida. Hacer un Alien hubiera sido todo un desafío con el que no me atrevo. Por eso pensé en algo diferente, algo que puede identificarse con una amenaza tipo Lovecraft. Imagino que las referencias a Prometheus van por otro camino, como la sensación de enfrentarse a lo desconocido. Resulta curioso, porque en mi opinión Prometheus falla estrepitosamente.

-Su posición respecto al destino no parece muy optimista. ¿Sería posible una ciencia-ficción con final feliz?

-Sería tan utópico como imaginar una humanidad unida que cuida de todos sus miembros, y digo todos. La historia del hombre es una historia de sometimiento, de asesinato. Creo que aquí es donde el hombre desarrolla todo su potencial, tristemente. En ninguna época se consiguen más avances como en épocas de guerra. Es lo que nos permite vivir como vivimos. El primer mundo se asienta sobre el drama del tercero, y esto es así. Si alguien encuentra una fórmula coherente que permita cambiar eso sin tener que alterar esencialmente el corazón humano, diseñado para la codicia y el egoísmo, sería toda una sorpresa. Por eso imaginamos siempre futuros terribles, porque somos terribles.

-El final abierto del libro admite una continuación, ¿está en ello?

-Me gustaría mucho, pero aquí los jefes son los lectores. Así ocurrió con Los caminantes, que no estaba previsto como saga. El libro tuvo éxito y permitió explorar la historia un par de volúmenes más que de alguna forma dieron dimensión y sustancia a la historia original. Yo también he acabado muy satisfecho de Panteón y me encantaría que el libro tuviera la aceptación suficiente para justificar una nueva historia. Es lo que más me gusta hacer: mundos que persisten más allá de las páginas.

-¿Tiene la ciencia-ficción en España la consideración merecida?

-Me parece que el lector sigue dando su apoyo, confianza y dinero a los grandes autores extranjeros. Es puro músculo. Si estás haciendo la compra en Carrefour y encuentras una promoción destacada con el best-seller internacional asociado a un nombre conocido, es lógico que te lo lleves a casa. Es una cuestión de inversión, apuestas tu dinero a un caballo ganador porque al precio que tienen los libros no puedes permitirte demasiados fallos. Tenemos muchos escritores alucinantes, pero a algunos los descubrí cuando empecé a meterme en el mundillo literario como escritor. Muchas de esas novelas no tienen nada que envidiar a esas superpropuestas de grandes editoriales. Falta que haya más confianza por parte de los lectores, de las editoriales, de los libreros. Faltan editoriales que se animen a traducir nuestros libros y exportarlos fuera.

-¿En qué medida los actuales avances científicos hacen competencia a la ciencia-ficción? ¿Lo tiene más difícil hoy un escritor del género que Lem o Asimov, quienes no tuvieron que tener en cuenta hallazgos como internet o el bosón de Higgs?

-Nada es cien por cien luz o sombras. Un avance tecnológico puede destruir viejos mitos, efectivamente; hay cosas que se manejaban en películas y en literatura que hoy parecen risibles. Pero al mismo tiempo, un descubrimiento que despeja una incógnita genera automáticamente muchas otras. La imaginación siempre llegará más lejos, y llega de manera instantánea. Ya no se habla de vida hostil que acecha en los canales marcianos, por ejemplo, porque hemos estado allí y se ha fotografiado suficientemente, pero cada vez miramos más lejos, cada vez sabemos más del espacio, de los megaclusters que existen más allá, y allí donde el hombre todavía no puede llegar, sea lo muy grande o lo muy pequeño, lo visible o lo invisible, se convierte en terreno abonado donde germinan mundos fantásticos. Además, internet es una herramienta de investigación y documentación sin parangón, y en ese aspecto Asimov jugaba con desventaja.

-¿Volverán los zombis a Málaga?

-Quién sabe, nunca he dicho que la trilogía esté completamente cerrada. Hay muchas historias diferentes que me gustaría contar, hay mucho terror que desgranar en infinidad de historias, hay libros que se podrían escribir sobre la situación actual, cargados de drama social, o historias de trincheras en la Primera Guerra Mundial. Pero a lo mejor me apetece recuperar a aquellos supervivientes que me permitieron darme a conocer y ver qué ha ocurrido con ellos. Sería interesante retomarlos ahora que tengo más experiencia y mi libro de trucos es más amplio.

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