Crítica de Cine

Terror sabido y resabiado

insidious: capítulo 3

Terror-sobrenatural, EEUU, 2015, 97 min. Dirección y guión: Leigh Whannell. Fotografía: Brian Pearson. Música: Joseph Bishara. Intérpretes: Dermot Mulroney, Lin Shaye, Hayley Kiyoko, Stefanie Scott, Leigh Whannell, Angus Sampson.

Leigh Whannell, además de escribir e interpretar las dos primeras entregas de Insidious, trabajó con James Wan en The Jigsaw Files (2010), una especie de ensayo/autohomenaje/reescritura sobre ese torpe (pero tan rentable) ejercicio para voyeurs sádicos llamado Saw también perpetrado por Wan.

Que Whannell debute en solitario como director con la tercera entrega de Insidious, otro invento del listo Wan, parece cosa lógica. Como lógico es que esta peliculucha sea más de lo mismo para disfrute de adolescentes (verdaderos o afectados por el síndrome de Peter Pan) sedientos de sangre y hambrientos de palomitas. A quienes Wan nos parece un churro sobrevalorado por sus fans y por los críticos que encumbran la basura poniéndole nombres ingleses (como torture-porn) ya pueden imaginarse lo que nos parece su pupilo y cómplice: una porra fría madrileña de esas que languidecen bajo el cristal de bares poco acogedores.

Ser el guionista y creador de una serie que nada tiene de original -las casas encantadas tienen gloriosos precedentes literarios y cinematográficos que reducen Insidious a imitación barata- es el aval con el que Whannell se sitúa tras la cámara. El resultado es predecible. Terror barato, sabido y resabiado, primario, de sobresalto de "¡buuuuh!". Gustará a aquellos para quienes está hecho y dará dinero sin haber costado un solo esfuerzo neuronal a sus creadores. ¿No se trata de eso? Pues todos tan contentos.

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