Cine | Veíamos ayer (II)

Cine breve tras el skyline

  • La nueva ficción propia de Movistar, ‘La unidad’, coincide con el final de ‘Homeland’ en un interesante cruce de caminos

  • ‘La virgen de agosto’ de Jonás Trueba se incorpora a Filmin

Nathalie Poza en 'La unidad', la nueva serie de Movistar.

Nathalie Poza en 'La unidad', la nueva serie de Movistar. / M. H.

LA casualidad -dando por bueno que esta exista a partir de cierto estrato- ha querido que en estas semanas coincidiera en plataformas la emisión del último capítulo de la veterana Homeland (ocho temporadas) con el lanzamiento de La unidad, ficción propia de Movistar anunciada a bombo y platillo en pleno confinamiento, por cualquier canal posible al que el ciudadano medio tenga acceso.

Así, mientras Carrie Mathison (Claire Danes) -digna heredera por otra parte del Jack Bauer encarnado por Kiefer Sutherland-, clausuraba su periplo por cuantos territorios hostiles han estado disponibles en la última década, Carla Torres (Nathalie Poza) presentaba credenciales con una engolada operación antiterrorista internacional, contada a vista de dron entre Toulouse, Madrid y Tánger, en la que capturaba sin querer al terrorista más buscado del mundo (sic.). Sendas ficciones comparten -a la vista está- premisa y género, pero lamentablemente los méritos particulares de la serie de Movistar concluyen ahí. Todo se revela impostado en una propuesta con notorias insuficiencias que van de la producción al reparto. El realizador Dani de la Torre, quien mostró destreza y sentido del ritmo con El desconocido (2015), sufre para otorgar empaque a una puesta en escena que, para llegar a los mínimos, requeriría del doble de planos por secuencia, y cuyas carencias no remedia el incesante tamboreo de la banda sonora. Mal género para cicatear con los medios.

Los cortometrajes de Fernando Franco pueden verse ya en el portal Márgenes

Y es que Movistar parece no terminar de calibrar el alcance de su producción propia, que se muestra más afinada cuanto más modestas son sus intenciones. En un perfil más bajo, series como Félix (Cesc Gay, 2018) o Matar al padre (Mar Coll, 2018) se presentan mucho más sugerentes desde una contención amable; planificadas con un sentido de la proporción que marida mejor con su naturaleza narrativa. Sin embargo, cuando la casa trata de postularse para géneros que, en términos de producción, son más exigentes (caso de La peste o La zona), saltan las costuras y se subrayan las limitaciones. Si, como en el caso concreto de La unidad, a dicha traba le sumamos la calcomanía de ficciones tan recientes como la citada Homeland, el descalabro es imparable.

Lejos de los fastos generalistas y con mucho menos boato, al catálogo de Filmin se ha incorporado en estos días la interesante última cinta de Jonás Trueba, La virgen de agosto; así como el cuadrípitico Quién lo impide, un apreciable estudio cinematográfico de corte más experimental, también del realizador madrileño. Compuesto por cuatro largometrajes de una hora escasa de duracion, Trueba ejecuta en ellos una desigual observación de la adolescencia entrelazada con la historia de Pablo y Candela, germen de la posterior -¿o anterior?. relación de Manuela y Olmo filmada en La reconquista (2016), de largo su película más redonda hasta la fecha.

'La virgen de agosto', de Jonás Trueba. 'La virgen de agosto', de Jonás Trueba.

'La virgen de agosto', de Jonás Trueba. / M. H.

La búsqueda de Trueba es -como suele ser- profundamente personal, a veces aleatoria; no siempre acertada en su envoltorio de falso documental, pero sí sugerente y rotundamente honesta. Si bien, como ya sucedía en Los exiliados románticos (estrenada en el Festival de Málaga en 2015), las conexiones y las metareferencias funcionan mejor sugeridas que evidenciadas, extremo en el que la indagación naufraga y realiza leves coqueteos con lo cursi. “Estas calles son estructuras laberínticas que proporcionan sombra”, cita una de las guías en uno de los largometrajes, y algo así sucede con estas cuatro refrescantes historias. Mucho por ver detrás de los skyline.

También al portal Márgenes -recurso impagable para amantes del cine independiente patrio- se han incorporado recientemente los cortometrajes de Fernando Franco, interesantísimo realizador sevillano que cuenta en su haber con La herida (2013) -con sendos Goya al Mejor Director Novel y Mejor Actriz-, o Morir (2017), ambas protagonizadas por Marian Álvarez. Destacan ahí su primer cortometraje, Mensajes de voz (mejor Cortometraje en Málaga, en 2007); y La media vuelta (2012), protagonizada por Pedro Casablanc. Aunque también se pueden encontrar micropelículas abiertamente experimentales como The end (2008) o Les variations Dielman (2010). Cintas que conviene servirse como entremés y que, lejos de la solidez de sus largometrajes posteriores, permiten avistar al cineasta que estaba por venir.

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