Cultura

"Vivimos encerrados en la burbuja de lo humano; el resto no nos interesa"

  • La autora mexicana regresa a las librerías españolas con la novela 'La mujer que buceó dentro del corazón del mundo', la extraordinaria historia de una chica autista que ayuda al lector a ver la realidad

Entre vaso y vaso de agua, Karen nos cuenta lo profundo del mar, de la naturaleza, de la vida, de la realidad. La mujer que buceó dentro del corazón del mundo (editorial Destino) es un personaje diferente. "Rebelde, incomprendida, genial", ha dicho de ella Ana María Matute. Su creadora, la escritora, dramaturga, periodista y licenciada en Psicología Clínica Sabina Berman, potencia "las capacidades especiales" de su protagonista en un libro donde la mexicana narra la historia de una chica con un grado altamente funcional de autismo. No es sólo una historia de superación. Es la búsqueda del latido del mundo a través de los sentidos. "Primero existí y luego aprendí, y muy trabajosamente, a pensar", nos repite desde el libro Karen. Entre vaso y vaso de agua.

-Karen es un personaje cautivador, distinto. ¿Cómo surge?

-Surgió de manera espontáneo, de pronto decidí que necesitaba una mamífera bípeda autista (ríe). Realmente es que me interesaba mucho esa mirada suya desapegada de los humanos, con un punto de vista diferente porque los demás vivimos encerrados en la burbuja de lo humano; el resto no nos interesa. Entramos en una habitación y sólo vemos rostros humanos y nos perdemos el 90% de las cosas, de la realidad. Vivimos desconectados de la realidad, de nuestro cuerpo y por eso no somos felices. Karen me aportaba esa voz para contar esto, que es realmente el objetivo de la novela. Yo tengo una buena amiga cercana que es autista y, bueno, también he tenido diferentes acercamientos al autismo.

-Para usted siempre ha sido esencial la arquitectura del lenguaje. Con Karen, ¿ha tenido que construir de nuevo el edificio?

-Sí, tuve que escombrarlo todo y empezar de nuevo, deshacerme de metáforas, eufemismos, ironía y contar de otra manera. Tuve, como le ocurre a ella cuando aprende a hablar, que poner pos-it para nombrar de nuevo las cosas.

-Renombrar las cosas, hermoso método para sentirse cómodo en el mundo que nos toca...

-Pues mira, actualmente, en mi actividad periodística escribo sobre política, sobre esta verdadera guerra que vivimos en México y, aunque sin nombrarla, digamos que utilizo esa voz de Karen, esa manera de decir las cosas. Y estoy recibiendo muchas cartas en las que me dice la gente que por fin entiende algo.

-Hay otra trama en su novela que va íntimamente ligada al desarrollo de Karen. La pesca de atunes en México y el embargo al que desde 1999 a 2003 sometió Estados Unidos a su país.

-Es un hecho histórico y lo que cuento viene de una investigación periodística. Son hechos reales pero que más allá de ellos, lo confieso, me sirven para destapar toda la hipocresía de los nacionalismos. Yo sé que este es un tema importante para los atuneros mexicanos, pero también es una fábula sobre la mezquindad humana.

-Isabelle, la tía de Karen, ¿es su lazo con los demás?

-Isabelle representa la transmisión de la cultura occidental. En cierta manera es una especie de lazo pero que la lleva hacia las cosas que Karen quiere conseguir. Sin Isabelle, Karen no hubiera podido hacer nada porque cuando le dan los resultados de la prueba de inteligencia de su sobrina ella prefiere apostar por ese 10% de capacidades extraordinarias que Karen tiene frente al 90% de capacidades en las que está bastante por debajo de la media. Isabelle es tan inteligente que es capaz de apostar por la inteligencia de su sobrina. Pero, es más, quiero que se sepa que las cosas que se cuentan aquí o han sucedido o es probable que sucedan. Yo conozco, he visto, a una madre hacer lo mismo y apoyar y apostar por su hija autista y lanzarla a un futuro prometedor.

-Pero ¿no cree que en la actualidad, y siguiendo con su libro, nos fijamos más en ese 90% que en el 10% de capacidades extraordinarias? ¿Caminamos hacia un mundo estándar que crea humanos estándar?

-Completamente de acuerdo contigo, y es porque recibimos una educación estándar. Por eso creo que todos deberíamos tener una tía Isabelle en nuestra vida, alguien que nos apoye y apueste por nosotros, y si no, ser nosotros mismos nuestra propia tía Isabelle.

-Karen enfrenta a Descartes con Darwin continuamente para desechar al filósofo. ¿Está usted plenamente de acuerdo con ella?

-Estoy segura. Nos han hecho pensar que sólo somos razón colgada de un cuerpo. Nos han separado de nuestro cuerpo, de la realidad, y si no estamos contentos con nuestro cuerpo no llegaremos a ser felices porque nuestro intelecto nos envía señales de felicidad sólo a ratos.

-Entonces, para ser feliz, ¿habría que volver a lo primario?

-En el fondo, el error no sólo está en Descartes y en la filosofía contemporánea. El error está más atrás, en la Biblia, en ese terrible párrafo donde dice que Dios creó los mares y los animales y que creó al hombre para que se sirviera de ellos, para que los dominara, los explorara y se los comiera. Vivimos de espaldas a la naturaleza y a nosotros mismos. Debemos volver a tocar, ver, saborear... Darnos cuenta de que en este mundo no estamos sólo nosotros. Me hace gracia cuando los artistas hablan de ese mundo interior que dice que tienen, me río porque ese mundo interior es todo lo que no funciona.

-Lo que les da miedo enseñar y compartir.

-Exacto, miedo de la realidad porque no la conocen. A mí me gusta la sanidad, lo sano, creo en la adaptación, pero la adaptación a la realidad, que es todo, no lo que los humanos sólo vemos como realidad.

-Cuando le puso el punto final a esta novela, ¿fue feliz?

-Mucho, fui muy feliz. Es el texto que más me ha hecho feliz escribir.

-Tiene usted una trayectoria consolidada en su país y en su continente. ¿Qué le augura a esta novela en España?

-Pues ni idea, la verdad. Tengo los dedos cruzados.

-¿En qué está trabajando ahora?

-En una obra de teatro que estrenamos en Londres.

-¿Y el periodismo?

-Es una disciplina, es de lo que vivo, y me gusta mucho. Siempre escribo una vez por semana.

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