Cultura

"Vivo mi carrera al día, sólo respondo a las necesidades de expresión de mi cuerpo"

  • La malagueña abre el día 30 el nuevo programa de 'Málaga en Flamenco' con 'Oro viejo', espectáculo con el que ganó en la pasada Bienal de Sevilla el Premio a la Mejor Bailaora y el Giraldillo a la Mejor Coreografía

Los críticos del New York Times se rindieron a sus pies el año pasado cuando la vieron bailar con las Mujeres de Mario Maya. Rocío Molina (Málaga, 1984) ha dejado atrás los tiempos de promesa del flamenco para asumir su status de estrella consagrada. Sus espectáculos, desde El eterno retorno hasta Almario, han tenido una enorme repercusión en todos los ámbitos flamencos, dentro y fuera de España. Oro viejo, que presenta en el Auditorio de la Diputación el día 30, fue una de las propuestas más premiadas en la pasada Bienal de Sevilla.

-Oro viejo trata esencialmente sobre el paso del tiempo y la ancianidad. Sorprende que una artista tan joven hable de tú a estos temas.

-Eso responde, más que nada, a una búsqueda personal, como en todos mis espectáculos. Supongo que me puse a pensar en el paso del tiempo cuando me di cuenta que mi reloj personal iba muy acelerado, con muchas más revoluciones que lo que comparativamente podría corresponder a gente de mi edad. Los jóvenes, por lo general, viven con ganas de comerse el mundo, de tener muchas experiencias, de no dejar que un segundo se les pierda. Yo he vivido en los últimos años tan concentrada en mi trabajo que, en gran parte, he pasado por encima de estas sensaciones. Mi conclusión es que el tiempo pasa mucho más rápido de lo que habitualmente se piensa.

-¿Por qué estética se ha decantado para escenificarlo?

-A nivel escénico, el espectáculo es muy sencillo, muy limpio, para que reluzcan de manera natural el baile y las coreografías. La música responde bastante a lo que nuestros abuelos podían escuchar en la radio. Y, por lo demás, los únicos complementos son unas proyecciones que reproducen de manera muy abierta la historia de unos ancianos, para que cada uno pueda interpretarla como quiera.

-Precisamente, sus trabajos suelen buscar la implicación del público de una manera muy teatral. ¿Cómo ha sido la respuesta en esta ocasión, dada la complejidad del tema que aborda Oro viejo?

-En realidad, creo que el asunto de la vejez constituye un punto básico para mí y, de alguna u otra manera, siempre ha estado presente en mis espectáculos. Trabajo sobre todo con sensaciones, doy la oportunidad al espectador de que perciba muchas cosas y reaccione según su propio criterio. En Oro viejo, esta tónica se ha acentuado porque hemos basado el montaje en piezas más cortas, con un resultado muy dinámico. Pero la respuesta, hasta ahora, está siendo tan buena como siempre. Las funciones duran más o menos una hora y cuarto y la gente se queda con ganas de más, como demuestran con sus aplausos.

-¿Qué repertorio ha puesto en juego en esta ocasión?

-De entrada, quería un repertorio que evocara lo que podía sonar en la gramola de un bar español en los años 40 y 50. Hay coplas interpretadas en directo, como La falsa monea y el pasodoble Por la gracia de Dios, y hemos incluido voces de cantaores antiguos, además de un polo y otros cantes muy de raíz. También hay algunos temas de zarzuela. Hemos logrado, en este sentido, conformar un pasaje musical muy variado.

-Es de esperar, entonces, que el baile responda a esa variedad con numerosos registros. ¿Vuelve a añadir colores contemporáneos al flamenco tradicional?

-Creo que la gente que viene habitualmente a mis espectáculos ya está bastante educada y sabe que puede encontrar cualquier cosa. Cuando preparo unas coreografías, no pienso intencionadamente en el flamenco o lo contemporáneo. Simplemente, hago lo que la música me sugiere. Por eso pienso que en la compañía hemos conseguido acuñar una marca original. No imitamos a nadie. Por ejemplo, hacemos una coreografía con María de la O, interpretada por la Orquesta de RTVE, que ha sorprendido mucho y que, la verdad, no se parece a nada que se haya hecho anteriormente.

-¿Cómo ha digerido en estos años el paso de joven promesa a artista consagrada y reconocida?

-Procuro no preocuparme por eso. Vivo mi carrera al día, sólo respondo a la manera en que mi cuerpo necesite expresarse, al ritmo que me pida. Esto tiene la ventaja de que me permito hacer lo que quiero, lo que siento realmente, aunque tiene un precio muy concreto que es el tiempo, el reloj acelerado del que te hablaba antes, la sensación de que pasan los años con mucha más velocidad que para el resto de la gente de mi edad. Pero, desde luego, no me quejo: poder satisfacer tus propias inquietudes es una maravilla, y yo lo disfruto sin presiones.

-Después de Mujeres, el último montaje que realizó Mario Maya, ¿han vuelto a proponerle colaboraciones en otras compañías?

-Ahora me proponen más encargos y proyectos relacionados conmigo y mi compañía, no tanto para colaborar con otros artistas. La verdad es que siempre estoy abierta a compartir trabajos con otros, pero parece que prefieren que me dedique a dirigir mis espectáculos.

-Todo un voto de confianza, dada su juventud.

-Sí, así es. Lo que pasa es que en el medio flamenco saben bien que trabajo mucho y soy muy exigente con lo que hago. Imagino que tienen motivos para confiar.

-¿Es ahora menos flamenca que cuando empezó?

-No, para nada. De hecho, ahora escucho más flamenco que nunca. Lo que ocurre es que, a la hora de bailar, el cuerpo es el que manda.

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