Cultura

La Zaranda presenta su sainete espectral 'Nadie lo quiere creer'

  • La compañía, Premio Nacional de Teatro en 2010, actúa en el Cánovas hoy y mañana

Cada nueva representación de La Zaranda en Málaga adquiere (como allá por donde va la compañía) rango de acontecimiento, pero además, este año la agrupación de Eusebio Calonge y Paco de la Zaranda hace lo propio después de haber recibido el Premio Nacional de Teatro en su edición de 2010. La compañía de Teatro Inestable de Andalucía la Baja recala hoy y mañana sábado a las 21:00 en el Teatro Cánovas de la Plaza de El Ejido para presentar su último espectáculo, Nadie lo quiere creer, un "sainete espectral" tal y como lo definen sus creadores que contiene el santo y seña de esta compañía jerezana, una de las cimas más visibles e indiscutibles del panorama escénico contemporáneo español.

Nadie lo quiere creer, como todos los trabajos de La Zaranda, es una obra escrita por Eusebio Calonge, dirigida por Paco de la Zaranda e interpretada por Gaspar Campuzano, Francisco Sánchez (alter ego de Paco de la Zaranda) y Enrique Bustos. La crítica ha saludado el montaje como un nuevo ejemplo del magisterio de la compañía, pero también como el más narrativo de los presentados hasta el momento, el que de manera más definida desarrolla un hilo argumental dentro de los presupuestos clásicos del teatro. Si en el anterior trabajo de la agrupación, Futuros difuntos, los protagonistas habitaban un manicomio y se rebelaban contra su autoridad en una lectura directa y sin paliativos de la Historia, a la que definían como "nada más que huesos y carroña", los personajes de Nadie lo quiere creer son los fantasmas de una casa sumida en la ruina, donde lo que fueron las glorias del pasado no son ahora más que testimonios baldíos.

Esta obra responde así plenamente a la propuesta estética que La Zaranda viene defendiendo sobre las tablas desde hace 30 años, como exponente en el que sobreviven de manera más estimulante las formas del teatro barroco del Siglo de Oro. En su puesta en escena de claroscuros, la construcción casi esperpéntica de sus personajes y sus textos repletos de rabia y belleza laten desde Calderón a Sastre, pasando por Beckett, Kantor, María Zambrano y otras fuentes nada desdeñables. Admirados en Europa y gran parte de Latinoamérica, a menudo han afirmado sentirse más extraños y menos respaldados en España. Eusebio Calonge afirma que el teatro es "el medio del que dispone Dios para comunicarse con los hombres"; y a hombre suena y sabe su teatro, hecho de tierra y espíritu.

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