Cultura

"Tras 17 años, es momento de parar"

  • El artista, que el próximo 7 de diciembre volverá a actuar en el Palacio de los Deportes Martín Carpena, anuncia su retirada de los escenarios durante tres años con la intención de "oxigenar" y "refrescar" su música

Como una necesidad, como un apoyo, como un complemento. José Luis Figuereo puntea, rasguea, pasea sus manos por la magnífica guitarra flamenca que al comienzo de nuestra conversación descansa sobre el amplio sofá. Selu habla de El Barrio, su alter ego en escena, ese carismático intérprete del eterno sombrero al que ha buscado y encontrado durante 17 años a través de quince trabajos, entre recopilatorios y de estudio. Habla tomando y soltando a la sonanta, la que no abandonará en estos tres años en los que el artista gaditano se despedirá temporalmente de su público. Pero poco antes de que el 15 de diciembre El Barrio ponga punto y final a esta etapa en el Palacio de los Deportes de Madrid, el intérprete y compositor se despedirá del público malagueño con un concierto el día 7 del mismo mes en el Palacio de los Deportes Martín Carpena. Las entradas ya están a la venta.

-¿Por qué?

-Este parón de tres años es para refrescar un poquito mi música, para meterme más en el trabajo de composición. Me parece que tras 17 años, es momento de parar. Tampoco está el panorama musical para andar con grandes infraestructuras, grandes escenarios y grandes plazas. Además, esto me va a suponer un aire de alivio, de tranquilidad, para poder componer y subir un escaloncito más, dar un poco más de lo que soy. Quizás tantos años, tan seguidos, puede hacer que caiga en muchos tópicos, los cuales sólo yo conozco, así que me gustaría oxigenar mi música .

-Si echa la vista atrás hasta ese 1996 cuando lanza su primer disco, ¿qué ve?

-Lo que veo, sobre todo, es que se hizo camino al andar. Fue un camino muy abrupto, muy de fango, con muchas piedras en el comienzo hasta que luego fue suavizándose. Veo la ilusión de un niño que quería ser artista y que hoy en día es lo que es. Y todo eso se lo debo todo a mi público que es el que me ha seguido y el que ha funcionado con el boca a boca. Todo lo que tengo y todo lo que soy, para bien o para mal, me lo he buscado en lo alto del escenario. También he tenido un grupo de profesionales trabajando detrás mía que han hecho su labor muy bien. Otra gente, como por ejemplo mi casa de discos (Senador), podía haber hecho algo más, lo que pasa es que económicamente estamos hablando de una casa chiquitita, independiente de Andalucía... Bueno... Creo que me voy a quedar con que todo lo que soy y todo lo que hago pues me lo he buscado yo solo, me lo he buscado todo con la garganta.

-Un momento especial.

-El primer lleno grande, que fue con Ángel malherido en el Palacio de Vistalegre, fue muy bonito y muy especial. Pero también haber llenado cinco palacios de deporte hace dos años pues ha sido un récord para mí grandísimo. Llenar el Palau... No sé hablamos de aforos de 20.000 personas y de llenarlos unos pocos de días... Esas cosas son muy bonitas. Pero, bueno, que no me gusta hablar de lo que fue, de lo que hice, porque voy a parecer el típico artista que no quiere que lo echen en el olvido. Prefiero mirar para adelante y caminar. Aunque pasen tres años volveré con la misma ilusión.

-¿Cómo se plantea este tiempo de descanso?

-Me quedaré aquí componiendo. Digo que son tres años de descanso pero, realmente, no voy a descansar. Tengo que componer, tengo que pensar en cómo va a ir el disco, darle forma a las fotos, a los vídeos porque en todas estas cosas está metida mi idea, aunque después los honores se los llevarán otros...

-¿Añorará el escenario?

-Sí, seguro, me considero un hombre de escenario y muy trabajador. Si llevo quince días sin que me venga la inspiración pues cojo la guitarra y me voy a cualquier lado para intentar buscarla o hacer algo. Yo necesito estar en contacto con la música, es que si la echo a un lado me siento muy mal, creo que me entra hasta depresión. Me pasa como a mi padre, que se jubiló de Astilleros y se fue muy contento pero cuando se dio cuenta de lo que eso suponía de inactividad pues lo echó de menos. La personas que trabajan desde chicas les pasa eso. Aunque si mi padre volviera a Astilleros y viera cómo está ahora se hartaría de llorar.

-Se dice que usted trabajó también en Astilleros un tiempo. ¿Es así? ¿Cuándo?

-No, qué va, eso es un bulo que me gustaría que se desmintiera. El Barrio nunca estuvo de soldador. Eso es una cosa que se puso en una página web y la gente se ha hecho eco. Como otro bulo fue que se dijo que yo estaba malo con cáncer. Hubo hasta gente que le dijo a mi madre que lo sentía mucho porque creía que yo había muerto.

-Sobre su sombrero también corren leyendas, ¿de quién fue la idea de que lo llevara?

-Surge en 1996 y me lo pone la casa de discos para definirme un poco respecto a lo que había en ese momento en el mercado. Al principio me veía bastante ridículo con él pero después me di cuenta de que era un interruptor para pasar de José Luis Figuereo a El Barrio y, gracias al sombrero, todavía me puedo tomar una cervecita o ir a la Plaza a comprar sin que tampoco la gente me hable siempre de El Barrio. Así que, bueno, al sombrero le he cogido cariño, forma parte de mí.

-¿Y José Luis Figuereo lleva algún tipo de sombrero?

-No, no que va. El del sombrero es El Barrio a quien olvido una vez me bajo del escenario, necesito despejarme de él, como La Masa (ríe). Yo soy una persona de mi casa. A mí me gusta mucho la soledad pero a condición de que un amigo venga a hablarme de ella de vez en cuando. Soy muy solitario, me gusta la vida apartada de la fama y de la farándula. Me gusta estar con mis hijas y con mi mujer, disfrutar de la vida pero como José Luis. Y comprendo a la gente que viene a buscarme a casa para hablar de El Barrio pero yo me pongo en contacto con el público mucho en los conciertos, en las firmas de discos, me gusta hablar con la gente y dedicarle su tiempo, pero también, cuando llego a mi casa, quiero tener tiempo para ser José Luis Figuereo. Pero soy consciente de que gracias a esa gente que me busca y que viene a mí soy quien soy y eso siempre lo agradeceré.

-¿Echa cuenta a las redes sociales?

-A mí no me gusta. Yo no tengo ni Facebook, ni Twitter. Una vez un amigo me abrió un Facebook con la intención de que fuera sólo para los amigos pero se le olvidó poner que era privado y cuando encendí el ordenador en mi casa y vi a un montón de gente pidiéndome que fuera amigo me acordé del tirón de la canción de Roberto Carlos ("Yo quisiera tener un millón de amigos", canturrea) y ya me vi con la chaquetita celeste remangá y el pelo largo. Dios mío de mi alma, ¿de dónde ha salido tanta gente? (ríe) Qué de amigos de momento... Así que llamé a mi amigo Ramón y le pedí que me borrara de ahí.

-¿Cuál es el mayor logro de El Barrio?

-Pues mira yo lo que he intentado hacer es llegar, conectar, transmitir. Después, demostrar que el rock andaluz no ha muerto aunque ya no se lleven los sonidos de antaño que tenían Alameda, Triana... Pero, hombre, los tiempos cambian, antes escribíamos con una Olivetti y ahora tenemos ordenador todo el mundo. No dejamos de hacer rock andaluz. Así que llegar de Despeñaperros para arriba sonando andaluz y con guitarras eléctricas rockeras, baterías, dos bombos y eso pues pienso que ha sido todo un reto porque no me podía quedar anclado en el flamenco porque me limitaba a Andalucía y a la fantasía de Barcelona así que en el momento que abrí mi música pues llegué a más lugares.

-¿Sus seguidores echan de menos el aire flamenco?

-Sí es verdad pero hay que abrir la música para llegar a distintas culturas, a distintas formas de pensar.

-¿Y usted?

-Muchas veces lo echo de menos pero yo estoy muy contento con lo que soy, porque me expreso mucho mejor que con el flamenco. Mira, zapatero a su zapato, y yo no soy cantaor flamenco. No sé cantar por seguiriyas ni por otros muchos palos. Canto por fiestas, bulerías, tangos, tientos, rumbas... Pero si me metes, yo que sé, por soleá de Alcalá, uff, zapatazos gordos en la boca.

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