Crítica de Cine

El bosque de la bruja está en casa

Una imagen de la película del debutante Aneesh Chaganty.

Una imagen de la película del debutante Aneesh Chaganty.

Películas policíacas, de suspense o de terror basadas en la desaparición de los hijos y su desesperada búsqueda hay muchas y de todas calidades. En sus cumbres más o menos recientes baste citar Mystic River de Eastwood o Prisioneros de Villeneuve (un tanto desquiciada en su desarrollo argumental pero, como siempre en este interesante director, muy bien rodada). En este caso el padre desesperado busca en esa jungla no urbana que es el universo de las redes la pista de su hija. Y toda la película se desarrolla en él y en las múltiples, casi infinitas, posibilidades de acceso a todo tipo de comunicaciones, desde WhatsApp a Skype, las grabaciones domésticas, las confesiones impúdicas, los liderazgos ficticios, el entretenimiento y las noticias televisivas y toda la información práctica o íntima que sobre una persona que se puede recabar a través de las redes sociales. Que en el caso de quienes son activos en ellas pueden alcanzar la mayor parte de su vida.

Aneesh Chaganty, que debuta con esta película triunfadora en Sundance donde ipso facto la compró una multinacional, logra eludir el peligro de la saturación o el aburrimiento que podría provocar el claustrófico encierro en una pantalla de ordenador logrando componer a base de fragmentos eficazmente ordenados una convincente historia de suspense que toca temas fundamentales que afectan a la relación entre los jóvenes, sus padres y las redes: la soledad en grupo que estas formas de comunicación provocan y resuelven ilusoriamente, el acoso, la pérdida de contacto emocional y control educativo de los padres sobre los hijos que, encerrándose en su habitación, pueden acceder a lo mejor y lo peor que el ser humano ha creado y hecho.

El bosque en el que son abandonados Hansel y Gretel, los peligrosos suburbios londinenses en los que se extravía Oliver Twist o el siniestro predicador de La noche del cazador no están ya en un exterior amenazante. Están en casa. La película explora bien este miedo al bosque, el barrio bajo o la noche llena de peligros que pueden atrapar a nuestros hijos a través de una pantalla de ordenador. Se le puede reprochar que ceda a la tentación efectista en su última parte. Pero en conjunto merece la pena. Aquí puede haber director. Aunque tal vez no guionista.

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