Arquitectura

Esta casa es una ruina

  • La Ciudad de la Justicia, el gran proyecto de la Junta de Andalucía en Málaga, ha tenido unas primeras semanas marcadas por los malos olores y las terribles críticas

Grande, muy grande, el más grande. Sí, la Ciudad de la Justicia de Málaga es el mayor edificio administrativo que ha construido nunca la Junta de Andalucía. Vaya. Iba a costar 66 millones de euros y lo han dejado en 85 millones. Toma ya. ¿Y? A nadie le gusta. ¿Por qué? Ah, es demasiado moderno. Pues no, más bien por lo contrario. Y además huele mal.

Teatinos ya tenía un tráfico congestionado, pero en vez de darle un pañuelo y un respiro, al barrio le han regalado un monstruo que se muestra orgulloso en su autismo sobre un zócalo acabado en piedra de travertino rojo. El proyecto de Seguí Arquitectos no resultaba atractivo ni en plano, pero la mala suerte y un presupuesto mayestático le han afeado aún más el gesto. El aficionado dice que se parece al setentero edificio de Hacienda de la avenida de Andalucía, el juez grita que los juzgados no sirven y que tampoco puede aparcar -ese asunto ya se resolverá, mientras tanto el sitio es para el que llega primero-, y quien entra se queja de que no puede respirar. Philip Johnson, hombre práctico y malediciente, dejó escrito que la buena arquitectura es que no suenen las cañerías.

¿Funciona este inabarcable edificio? La Junta presumía en un panfleto publicitario que, por su situación, esta pastilla de casi 200 metros de longitud se constituye "en una rótula entre la ciudad consolidada y la nueva expansión" y que "su atractiva condición de auténtica atalaya paisajística sobre la ciudad le confiere a este lugar unas especiales características urbanas". Pues sí, el lugar es estratégico, pero lo construido no sólo es anónimo sino mudo: cualquiera podría ser su uso; por ejemplo, ¿almacén de Carrefour? Apenas se intuye una intención humana tras la monocorde fachada del prisma, una repetición ad infinitum de parteluces prefabricados que no anima a enamorarse del señor que domina la circunvalación de Málaga -un escaparate ideal para lanzar sonrisas que aquí se desperdicia-.

Quienes lo usan lo juzgan, y su sentencia es una condena. ¿Una sorpresa? Dicen que el gigante ha nacido pequeño. Son 70.000 metros cuadrados construidos y son pocos. Al menos, su exterior opaco esconde un interior luminoso, al igual que este mal paso oculta un futuro mejor: la recuperación del Miramar para uso hotelero salva de los archivadores y de la gris actividad de la justicia a uno de nuestros más lúcidos y brillantes supervivientes de los que fueron tiempos mejores. Nunca ha sido ni será una alegría el visitar una Ciudad de la Justicia, incluso si nos gustara su arquitectura. Lo mejor es no ir, ¿no?

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