Cultura

Otros clásicos: viejos amigos en tiempo presente

  • La Orquesta Filarmónica de Málaga abre hoy la nueva temporada en el Auditorio Edgar Neville con obras de Kodaly, Bartók y Sibelius y el pianista Javier Perianes

Apenas se da por concluida una temporada empieza la siguiente. También esto, al cabo, es un clásico. Y lo cierto es que las diversas actuaciones veraniegas (incluidas las de Gibralfaro y el Playfest de Fuengirola) han dejado pocas vacaciones a la Orquesta Filarmónica de Málaga (OFM); pero, de cualquier forma, el nuevo curso se viste de largo hoy y mañana con una propuesta repleta de atractivos. No será aún dentro de la temporada de abono (que comenzará el próximo día 22 en su emplazamiento habitual, el Teatro Cervantes) sino en el Auditorio Edgar Neville dentro del ciclo La Filarmónica frente al mar. El titular de la OFM, Manuel Hernández Silva, dirigirá a la formación (en ambas citas a las 20:00) con un programa que presenta una verdadera inmersión en los lenguajes sinfónicos del siglo pasado, con las Danzas de Galanta de Kodaly, el Concierto nº3 para piano y orquesta de Bartók y la Sinfonía nº 1 en mi menor de Sibelius. El solista invitado para la ocasión que brinda Bartók no es otro que el pianista onubense Javier Perianes, el más solicitado instrumentista español en todo el mundo, verdadero emblema del talento que la música clásica es que capaz de generar en este país. Dada la más que apretada agenda de Perianes, su presencia en Málaga merece considerarse con signos de acontecimiento; pero, además, el pianista repetirá el próximo 29 de noviembre en el Auditorio del Museo Picasso, con un recital dentro del Ciclo de Cámara de la OFM consagrado por completo a Schubert.

Y no ocultó Javier Perianes a Málaga Hoy su entusiasmo ante la expectativa de levantar junto a la orquesta con la que debutó como solista, y con Manuel Hernández Silva ("Creo que he tocado con él todos los conciertos de repertorio", apunta), el Concierto nº3 de Bartók, pieza que interpretó en directo por primera vez hace un mes y que, tras los conciertos de este fin de semana, grabará en un álbum para Harmonia Mundi junto a la Orquesta Filarmónica de Munich bajo la dirección de Pablo Heras-Casado: "Bartók compuso este concierto poco antes de morir, en 1945. Se lo dedicó a su esposa con la idea de que lo interpretase ella y por eso es distinto a los anteriores, más melódico y amable, con más color, pero no por ello más sencillo". Perianes recuerda que Bartók dejó además la partitura inacabada (en los últimos 16 compases incluyó las partes de la orquesta pero no las del piano), aunque sus alumnos "se mostraron especialmente habilidosos a la hora de concluirlo". Perianes subraya el reto que implica la naturaleza "lírica e introspectiva" del concierto, pero, al ser preguntado por su presunto carácter menos riguroso y más flexible para el intérprete respecto a los dos primeros conciertos para piano y orquesta de Bartók, matiza con proverbial sabiduría: "La flexibilidad para el intérprete se da en toda la historia de la música, desde Bach hasta Sánchez-Verdú. Y se da, tiene que darse, porque es una exigencia para el solista. Mahler quería que los intérpretes completaran de alguna forma la tarea del compositor. Cuando un instrumentista toca una obra, tiene que ser parte del copyright". En este sentido, la particular schubertiada que prepara Perianes para el Museo Picasso, con un programa que también grabará posteriormente para Harmonia Mundi, constituye para el maestro "uno de mis proyectos más esperados. Siento una pasión desmedida por Schubert". Bromea el músico sobre las circunstancia de que algunas de las sonatas que interpretará también fueron compuestas por Schubert poco antes de morir ("Tanta coincidencia crepuscular empieza a ser sospechosa"), pero, en todo caso, se muestra dispuesto a encerrarse "con un victorino de semejantes dimensiones". Por último, sobre su vínculo con la OFM, Perianes no oculta sus emociones : "He crecido junto a la orquesta desde mi primer concierto. Cada año tengo menos semanas disponibles para tocar en España, pero me gustaría mucho poder participar en alguno de los proyectos que Hernández Silva quiere poner en marcha. Hace poco toqué como solista invitado con una orquesta de Nueva Zelanda y resulta que uno de los chelistas había sido miembro de la OFM, así que compartimos muchos recuerdos. Cada vez que vuelvo a Málaga me siento en mi casa".

Por su parte, Manuel Hernández Silva tampoco ha parado mucho este verano (especialmente celebrada fue su actuación en la Quincena Musical de San Sebastián el mes pasado, con un Don Giovanni de Mozart ante la Orquesta Sinfónica de Euskadi) pero se revela ilusionado y "aliviado por el incremento de un 2% del número de abonados. Al pasar los conciertos del abono a los jueves y viernes temía que la respuesta no fuese buena, y aunque el crecimiento no ha sido muy grande, algo es algo". Para crecer como es debido, eso sí, el elemento esencial es "el auditorio. Lo necesitamos ya, sí o sí. Hay muchas iniciativas que se nos han quedado en el tintero, como un Festival Mozart en el que llevo mucho tiempo trabajando, porque no disponemos del espacio adecuado. Espero que se produzca pronto el acuerdo que lo haga posible de una vez por todas". Sobre el concierto de Bartók, joya de la corona del concierto de hoy, el director destaca "el grandísimo afecto que exhala, a pesar del periodo tan convulso en que fue compuesto". Y en cuanto a una posible declaración de intenciones al levantar el telón con un programa del siglo XX, recuerda que "los clásicos lo son siempre, ya se llamen Bartók o Brahms". Viejos amigos en tiempo presente.

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