Cultura

En las cloacas del poder

  • Llega a la cartelera 'Los Idus de Marzo', dirigida y protagonizada por George Clooney, quien proyecta en su filme las dos caras de los candidatos presidenciales

Resulta un alivio comprobar lo solvente que es el elogiado producto de George Clooney, quien acaba por demostrar una compleja dicotomía, basada en que un hombre podrá ser político, o director de cine, pero no ambas cosas. El director es un ser profundamente preocupado, de duras miradas, colgadas bajo unos focos cargados de angustia y presión, que le llevan a los límites de una creatividad al alcance de muy pocos. Se trata de un adepto a la belleza audiovisual que deja cabos sueltos como sello de personalidad, que comparte un humilde mensaje con su reparto, para luego dárselo a un público que clamará su presencia al llegar el final de su obra. Sin embargo, el político es un cazador nato, un sujeto basado en el discurso por la victoria y la humillacion ajena, cuya filosofía se basa en conseguir el triunfo y el poder a través de un equipo que, generalmente, quedará olvidado tras la borrasca que suponen las elecciones presidenciales.

En Los Idus de Marzo, película que finalmente llega hoy a las carteleres españolas, Clooney se esfuerza con éxito en ofrecernos el mito del dos caras que representa el candidato de turno, y la red de cloacas que se encuentra bajo sus pies, donde se desarrollan los elementos más tensos de la carrera por la presidencia. Seguramente, los responsables de la actual posición de Mitt Romney hayan visto el supermartes en un sencillo televisor. Si la película clama al sermón o no, es cuestión del público. Al inmiscuirse en los escándalos ocultos de los candidatos, parece mostrar algo que a los espectadores les sobra con creces. Sólo les bastaba otro infumable proyecto a lo 13 días para enterrar los retratos políticos de una vez por todas. El acierto de un Clooney más expresivo tras una cámara que maneja con maestría es el de narrar con pulso y elegancia un altibajo social, repleto de clichés en los que no faltan los típicos escándalos sexuales. El centrarse más en la campaña que en el mensaje de su candidato parece la estrategia de otro tipo de político, el estratega de lo financiero, siguiendo las disertaciones que Gordon Gekko regalaba a sus oyentes en Wall Street. El no tambalearse hacia ningún lado de la balanza política actual posiciona bastante bien a los seguidores de ambos partidos. Después de todo, la cinta de Clooney es todo menos un panfleto de propaganda, que se inclina por el desarrollo de una historia que reta a todas las ideologías por igual; aquí nadie se queda sin llevarse su merecida somanta de palos.

Antes que cualquier otra cosa, Los Idus de Marzo trata de conminar a un espectador que ha sido guiado hasta su butaca por una falsa premisa, y hacerle comprender que lo que sus ojos están digiriendo no es un cargante retrato político. Los escuetos papeles de Paul Giamatti y Philip Seymour Hoffman no son rival para un Ryan Gosling electrizante, que avanza con personalidad en un mundillo demasiado estereotipado. Aquí cambia la chaqueta en blanco satinado con el escorpión bordado por un traje que oculta la intriga del ser individual, alejado de una vergüenza que nunca se ha molestado en adquirir, y que muy probablemente, nunca llegue a conseguir. Clooney refleja como ejecutar la sensibilidad entre una sociedad que sólo sabe seguir sonriendo y que no es capaz de percibir la realidad. Todos deben algo que han prometido, y más en estos tiempos de tormenta, donde los políticos pueden aprender a cuidarse de los idus de marzo (aunque estén fuera de peligro), pero lo que no llegan a afrontar es cómo capear el temporal.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios