El cine ha hecho de Gabino Diego (Madrid, 1966) un personaje muy popular, gracias a su participación en películas tan fundamentales como El viaje a ninguna parte, El rey pasmado, Amanece que no es poco y Belle Époque. Pero su dedicación al teatro resulta aún más estimulante y reveladora. Desde hoy y hasta el domingo, el actor protagoniza junto a Antonio Garrido y Antonio Hortelano Nuestras mujeres, la comedia de Eric Assous, dirigida por Gabriel Olivares.

-Nuestras mujeres plantea un asunto cuanto menos delicado para un tratamiento cómico. ¿Cómo se sale de un lío así?

-Lo que más gustó de la comedia cuando me ofrecieron hacerla es el texto, me parece muy bien escrito, bien pensado. Tiene todos los ingredientes. Empieza con un planteamiento muy fuerte, con una reunión de tres amigos para una partida de cartas en la que uno de ellos confiesa que acaba de matar a su mujer. A partir de ahí empiezan a suceder cosas que revelan cómo funciona la amistad entre los tres. Así que la función tiene por tanto mucho de comedia negra, pero también de thriller. Los personajes se van quitando la careta y eso lo hace todo muy interesante. Hay giros continuamente.

-El estreno en Castellón fue hace unos días, pero ¿han podido contrastar ya la reacción del público?

-La reacción ha sido muy buena. La obra engancha desde el principio, porque combina momentos muy divertidos, de mucha risa, con otros más reflexivos. También hay un juego de géneros: hay tres hombres en un escenario y cuatro mujeres, también protagonistas, que no están en escena pero de las que se habla todo el rato. Me ha sorprendido, particularmente, que la función gusta mucho a las mujeres. Algunas espectadoras me habían dicho antes que no es habitual encontrar comedias donde los hombres se exhiban tal cual, que muestren sus sentimientos sin tapujos. Y eso sucede aquí.

-¿Es preferible, entonces, apostar ahora por la comedia en un grado de menos pureza?

-Hay gente que dice que Nuestras mujeres es un drama cómico, o una comedia dramática. Yo creo más bien que todos los dramas deben tener algo cómico y que, a la vez, las buenas comedias siempre tienen un drama dentro. Por eso siempre he encarado mis personajes en clave de drama. Siempre. Cuando hice Belle Époque, mi personaje estaba enamorado de Maribel Verdú pero sufría por ello. Por lo general, mis personajes sufren bastante. Hasta en Torrente: mi personaje va con el protagonista porque no tiene donde caerse muerte. En Nuestras mujeres la gente va a ver un Gabino que no ha visto antes, pero también al que ha visto otras veces. Y eso representa un reto. Piensa que esta comedia la han hecho los más grandes actores franceses, empezó protagonizándola Daniel Auteuil y luego le sustituyó Jean Reno. El personaje al que interpreto pasa por muchos registros, el drama, la comedia, hasta el clown. Es muy satisfactorio.

-¿Y resulta sencillo a estas alturas presentar a un Gabino Diego nunca visto anteriormente?

-Mucha gente me comenta que siempre hago el mismo papel, pero creo que no tiene nada que ver el personaje que hice en Amanece que no es poco con el de El rey pasmado, por ejemplo. El punto común, al final, soy yo. Tony Leblanc me dijo una vez que cuando haces reír a la gente, si luego te pasas al drama el público se cabrea. Pero en Nuestras mujeres el público va a seguir riéndose, así que no me preocupo demasiado. Lo que quiero siempre es que la gente se lo pase bien, haga lo que haga yo.

-Le habrán preguntado esto mil veces, seguro, pero ¿dónde se siente ahora más cómodo, en el cine o en el teatro?

-Siempre digo que lo que más me gusta el teatro, aunque se lo debo todo al cine, que también me gusta mucho, claro. Pero un actor que ha hecho teatro, que ha disfrutado haciendo una comedia y que ha tenido al público ahí delante, difícilmente va a cambiar eso por otra cosa. No hay nada más maravilloso. Insisto, el cine me encanta también. De hecho, estoy rodando justo ahora una película con Miguel Ángel Lamata, Eduardo Noriega y Amaia Salamanca. Lo que sucede es que el teatro ya me gustaba mucho de pequeño. Yo quería ser cómico de la legua, poder viajar, estar hoy aquí y mañana en Mijas con mi función. He conseguido ser esto, y lo disfruto enormemente.

-¿No se ha sentido decepcionado alguna vez?

-No. Este oficio me ha dado muchísimo. Hay que ser agradecido. Soy muy afortunado. Fíjate, muchas de las mejores cosas que me han pasado han sucedido aquí, en Málaga. Aquí estrené mi espectáculo Una noche con Gabino, con el que estuve trece años. También estrené Golfus de Roma en el Cervantes, con Gurruchaga, y luego hicimos una larga gira. Y Mirandolina también la estrené aquí. Málaga es un sitio muy especial para mí. Pero la gente viene a verme a todas partes, y eso es muy importante. Me siento afortunado por poder dedicarme a lo que me gusta.

-En cuanto al cine, ¿no se ha convertido en un medio ingrato para los actores de su generación?

-Para los de mi generación, y para los de cualquiera. Conseguir trabajo en esto es muy difícil.

-¿Es necesario reivindicar la comedia en España como parte del gran teatro?

-A la comedia siempre se la ha maltratado. Si te fijas en Hollywood, es difícil que le den un Oscar a un tío por un papel de cómico, cuando hacer comedia es mucho más difícil que hacer drama. Aunque insisto, siempre tiene que haber algo de drama en la comedia, y al revés. El modelo es para mí Eric Assous, que escribió Nuestras mujeres y también La montaña rusa y Los hombres no mienten, que protagonizó en España Arturo Fernández. Son obras muy bien medidas, está todo muy calibrado, sabes perfectamente dónde va la risa, dónde va el thriller, dónde la ternura. Tienes la impresión de que si te atienes sólo a lo que indica el autor, todo va a funcionar muy bien. Aunque tenemos un gran director, Gabriel Olivares, que está muy curtido en esto del vodevil y ha sabido sacarle la comedia al asunto.

-¿Y cómo le afecta a usted el mantenimiento del IVA al 21%?

-Lo he sufrido en mis carnes. Lo único que se ha conseguido con el IVA al 21% es que muchas compañías se hayan ido a pique y otras se hayan quedado a punto. Nos dijeron que teníamos que apretarnos el cinturón y bien, lo hicimos. Ahora van diciendo que la economía va mucho mejor, pero nosotros seguimos teniendo el IVA al 21%. Y esto es un drama. En mi caso, yendo yo solo con tres técnicos nos las hemos visto y deseado para recuperar lo invertido, y a veces hemos perdido dinero. Así que imagínate una compañía con siete actores. Lo del IVA es un error porque el teatro es un industria donde trabajan no sólo actores, también muchos otros profesionales.

-Ahora que hasta los futbolistas se ponen en huelga, ¿cree que la sociedad española haría caso a sus actores si adoptaran alguna medida semejante?

-No lo sé. Se tendrían que unir todos, incluidos los de televisión. Ya hubo una huelga para conseguir el día de descanso en España, y aquello salió bien porque se unieron todos, desde Lola Flores hasta Raphael pasando por los actores menos conocidos. Seguramente sí tendría que pasar algo. La situación es bastante escandalosa. Ahora dicen que van a bajar el IVA, pero a saber, ya veremos cuando pasen las elecciones. Es importante comprender que los actores somos a menudo también empresarios. Yo arriesgo mi dinero en esto y ahora mismo es muy, muy delicado comprometerse, porque las posibilidades de que salga bien son muy reducidas.

-¿Cómo ve a su carrera, digamos, a largo plazo?

-No lo sé. Ahora mismo me veo haciendo Nuestras mujeres, y espero que esto tenga un largo recorrido. El tiempo va pasando, uno ya tiene una edad. Tengo una hija de 19 años, igual que mi personaje. Pero para mí, cada día es un día de aprendizaje. Y cada proyecto es una oportunidad para aprender y para sentirme afortunado.

-¿Y en lo inmediato?

-Quiero hacer un espectáculo más musical, un poco como Una noche con Gabino pero con más músicos en el escenario conmigo. Quiero cantar canciones que me gustan. En eso estamos.