Cultura

Por su danza los conoceréis

  • Las candidaturas de Luz Arcas, Rocío Molina y Fernando Hurtado a los Premios Max refuerzan una imagen de Málaga no exenta de paradojas

El proceso de selección y votaciones de los Premios Max, tal y como venían reclamando buena parte de los profesionales de las artes escénicas, ha decidido añadir este año un nuevo escalón en la toma de decisiones. De manera previa al anuncio de los finalistas, que se formalizará el próximo día 27, la organización divulgó ayer un listado previo de un total de 198 candidaturas, correspondientes a 95 espectáculos diferentes estrenados el año pasado, propuestas por tres comisiones territoriales: una en Madrid, otra en Cataluña y otra para el resto de España bajo el lema Comisión de Comunidades. Este organigrama revela ya profundos desequilibrios en el procedimiento y reincide en los privilegios geográficos que no hace falta recordar, pero al menos constituye un paso adelante que podrá ir mejorando con el tiempo. En las categorías principales (mejor espectáculo, mejor director, mejor autoría y las correspondientes a interpretación) figuran, ciertamente, los mejores montajes vistos en España en el último año, o cuanto menos los que han contando con un mayor respaldo de la crítica y, también, del público: ahí están Julio César de Paco Azorín, Un trozo invisible de este mundo de Juan Diego Botto y Sergio Peris-Mencheta, El malentendido del Centro Dramático Nacional, Fuegos de José María Pou, Forests de Calixto Bieito y la Hécuba que ha merecido las candidaturas de Juan Mayorga y Concha Velasco, entre otros. La representación andaluza vuelve a ser, de nuevo (e injustamente), discreta, aunque con argumentos decisivos como la inclusión de los últimos trabajos de Eva Yerbabuena, Choni Compañía Flamenca e Israel Galván entre los mejores espectáculos de danza, así como la candidatura de La Machiné al mejor espectáculo infantil por El bosque de los Grimm. Y ya en cuanto a Málaga, cabe celebrar la nominación de Kiti Mánver al Max a la mejor actriz por Las heridas del viento, así como la de Fran Perea como coautor de la adaptación de Feelgood (montaje estrenado en el pasado Festival de Teatro y aspirante también al premio al mejor espectáculo). Hay también algunos efectos colaterales, como las tres candidaturas de otra obra de corte político, Subprime, estrenada el año pasado en el Cervantes; y, ya que estamos, por qué no destacar las candidaturas de los actores Ana Wagener y Roberto Enríquez por su trabajo en Málaga, obra curiosamente todavía no estrenada en la ciudad. Sin embargo, lo que sí merece un análisis más profundo es el número de candidaturas que se reparten tres artistas de la provincia vinculados a la danza: Fernando Hurtado, Rocío Molina y Luz Arcas. A tenor de semejante atención, parece que Málaga es toda una potencia en lo que a danza se refiere. Y tal vez sea así. Aunque vayamos por partes.

Quizá las candidaturas más sorprendentes, por la juventud y la trayectoria de quienes las han merecido, y tal vez también por eso las más felices, son las dos que se lleva la compañía La Phármaco por su montaje Éxodo: primer día, presentado en el Teatro Echegaray el pasado mes de octubre y en el Teatro Galileo de Madrid a finales de diciembre. La obra compite ya en la categoría de mejor espectáculo de danza y su principal artífice, Luz Arcas, en la de mejor intérprete femenina del mismo género. Y es de justicia pregonar que Málaga es capaz de exportar un talento semejante y que este talento es tan bien acogido en correspondencia. Si en propuestas anteriores como Sed erosiona y Antes fue siempre fuego Arcas había emprendido ya la búsqueda de una estética propia, con tanta desnudez como expresividad, es en Éxodo: primer día donde, bajo la guía tutelar de Sófocles, esa estética se asienta en la expresión del origen y del mito más allá de la (limitada) capacidad del lenguaje. Lo mejor de las dos candidaturas es la enorme dosis de futuro y de proyección que inyectan a La Phármaco. Porque este Éxodo es uno de los mejores espectáculos vistos en Málaga el año pasado, de un poderío abrumador, una imaginación clarividente y una ejecución técnica perfecta. Así que cabe desear, cuanto menos, que las dos candidaturas prosperen y La Phármaco y Luz Arcas se cuelen entre los finalistas. Iremos cruzando los dedos.

La presencia del nerjeño Fernando Hurtado entre las candidaturas resulta, con permiso, menos significativa por cuanto Hurtado es ya un artista de una amplia carrera y un más que notable reconocimiento internacional. Pero esto no resta un ápice de euforia a las dos nominaciones señaladas para Charlie, como mejor espectáculo infantil y como mejor intérprete masculino de danza para el propio Hurtado. No obstante, sí conviene apuntar que Charlie, un hermoso homenaje a Chaplin dotado de tanta inocencia como limpieza y emoción, constituye un punto de inflexión en la trayectoria de la Compañía Fernando Hurtado, por cuanto supone una apertura a nuevos públicos y una aproximación al imaginario cinematográfico sin abandonar las cualidades de vanguardia propias del gran bailarín y coreógrafo que es Fernando Hurtado. Desde la orilla más flamenca, Rocío Molina reúne nada menos que tres candidaturas por Afectos, su proyecto compartido con Rosario La Tremendita: mejor espectáculo revelación, mejor coreografía y mejor intérprete femenina de danza. Poco más cabe decir de Rocío Molina a estas alturas; mejor es rendirse ante el genio infatigable de una mujer que sólo en la última década ha hecho más por la danza española que otras figuras más reconocidas. Su actitud pontifical entre el flamenco y la danza contemporánea sigue dando frutos contados por éxitos, y todo apunta a que la racha seguirá otros muchos años.

De modo que sí, las comisiones de los Max no han dudado a señalar a Málaga como un territorio proclive a la danza. Pero, ¿responde esta apreciación a la verdad? Es cierto que falta muchísimo por hacer en cuanto a infraestructuras, programaciones (falta todavía un gran festival de danza, aunque medidas recientes como la consagración de la Sala Gades al género y el ciclo del Echegaray han sentado algunos precedentes interesantes) y, sobre todo, la formación del público. Pero también lo es que, desde los tiempos de Málaga Danza Teatro, la ciudad ha vivido una relación singular con este arte. He aquí los frutos. Felicidades.

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