Ya es anecdótico que Miguel Ruiz Montañez (Málaga, 1962) sea gerente de la Empresa Municipal de Transportes, al menos a la hora de enfrentarse a El Papa Mago (Mr, 2008), una segunda novela que llega dos años después de su debut, La tumba de Colón (2006), un best-seller que se ha traducido a diez idiomas y casi ha alcanzado los 100.000 ejemplares vendidos. El próximo 11 de septiembre lo presenta en El Corte Inglés de Málaga y dos días después firmará ejemplares en la librería Luces. Después irá a París y Madrid, porque así ocurre con los libros de éxito. Lo suyo es el thriller, ahora con la mítica cabeza parlante del Papa Silvestre II como motor de una intriga que viaja del año 1000 hasta el presente.

-Regresa a la novela tras el éxito de su debut, con casi 100.000 ejemplares vendidos.

-La dimensión de la primera novela y hasta donde ha llegado a mí me ha sorprendido, no me lo esperaba. Siempre he sido lector, pero tenía el gusanillo de escribir. Me animé, aunque era una aventura.

-¿Ya tenía pensada su segunda incursión en el género?

-No, prometo que no. Me decían que escribiera la segunda parte de La tumba de Colón, pero no quería encasillarme, quería variar de registro. Me acordé del Papa Silvestre II, de mis años en Francia, un hombre que concentra muchos ingredientes interesantes para dar forma a una novela de intriga. Estamos hartos de cátaros, templarios y del Arca de la Alianza.

-¿Ha sido un proceso largo?

-Lo decidí en las navidades de 2006. A partir de ahí, fui un par de veces a París, a documentarme en la Biblioteca Nacional, luego estuve en Roa, donde está su tumba, y en Reims. Estuve un año dedicado a la documentación y otro volcado en la escritura. Yo creo que uno de los puntos fuertes de mis novelas es la documentación.

-¿Existe un truco?

-La habilidad está en los tempos y la estructura para que enganche al lector. Hay una mezcla de ingredientes: amor, sexo, aventuras, misterio, historia y psicología. Lo interesante es mezclarlo todo en la proporción perfecta. Es una técnica sí, hay que crear tensiones y resolverlas de buena manera. La fórmula la he creado con la práctica. En la estructura se ve mi mano de ingeniero.

-Habrá alguna curiosidad que pueda desvelar de El Papa Mago.

-Le hago un pequeño homenaje a Paul Auster, mi autor preferido, en la figura de mi detective aficionado, como lo es también el protagonista de su trilogía de Nueva York. Siempre hay píldoras ocultas en una novela.

-¿Qué espera conseguir?

-Estoy un poco nervioso, porque la editorial ha apostado mucho por este proyecto y la primera tirada es de 50.000 ejemplares. Eso es apostar alto. Espero que mis anteriores lectores hayan quedado contentos y vean una continuidad. Tengo ganas de que agrade. Quiero seguir en esto. Me apasiona escribir, quiero hacer una tercera novela, ya estoy en ello [risas].

-¿Adelanta algo?

-Voy a volver al caribe. Voy a ir a Haiti, es una novela sobre el vudú.

-¿Cómo lleva ser escritor de best-sellers?

-Yo me encuentro bien. Tras años escribiendo una novela y echándole pasión y horas, pues lo menos que puedes esperar es que guste. El debate contra los best-sellers me parece trasnochado por parte de algunos autores. No entiendo por qué hay que denostar este género.

-¿Y como escritor a secas?

-Intento escribir cada vez mejor, realizar descripciones más sutiles que lleven al lector al mundo que yo quiero, utilizo figuras literarias más complicadas, porque uno aprende a escribir.

-¿Lleva bien las críticas?

-No siempre bien [risas]. Hay de todo. Ayudan para ver cómo se percibe lo que has hecho. A veces son despiadadas; son necesarias, pero algunas duelen.