Cultura

En el ecuador del Festival de Las Minas

  • El espectáculo 'Eterno Camarón' o Pitingo, protagonistas en La Unión

Las galas del Festival de Las Minas de La Unión, en Murcia, alcanzan su ecuador. En ellas hemos podido disfrutar hasta ahora de un ramillete de buenos espectáculos con el cante como protagonista exclusivo. En la inauguración de las galas de este año El Cabrero ofreció un largo recital, con la guitarra de Rafael Rodríguez, con su carisma habitual. Manuel Cuevas fue el complemento del cantaor de Aznalcóllar en el programa doble del viernes pasado.

El espectáculo Eterno Camarón, que protagonizó en solitario la gala del sábado, es todo lo que se puede esperar de una obra políticamente correcta: buen cante, buen toque y baile... y escaso compromiso. La obra se presentó hace un par de años como un musical biográfico sobre el cantaor con cantes de su repertorio. En esta tercera versión, quedan apenas los cantes. Y el baile excelente del Choro y Mercedes de Córdoba. El bailaor hizo una personal versión de los cantes campesinos. Mercedes de Córdoba bailó la Soleá del Chaqueta con gran dramatismo, plena de recursos. Juntos hicieron las alegrías de baile Bahía de Cádiz. Sonó también La leyenda del tiempo y la Nana del caballo grande. Y otros éxitos de la última etapa de Camarón como Otra galaxia y La primavera, que defendió con solvencia Pedro el Granaíno. El cantaor asume sin duda el papel más difícil, ya que debe defender un repertorio que, además de conocido por todos en la prodigiosa voz del genio isleño, está lejos de su propio concepto del cante. Lo mismo podemos decir de la guitarra brillante de Eduardo Trassierra, que hubo de olvidarse de su propia música para defender un repertorio ajeno.

La japonesa Ariko Yara actuó también el sábado en el pórtico del Antiguo Mercado de La Unión, sede tanto de las galas como del concurso que empezó ayer. Yara sorprendió con un baile tenso, entregado, muy técnico, en el que combina la percusión jonda con una expresión corporal radical que en algunos pasajes se sitúa en la tradición teatral de su país. Lo interesante de la bailaora es que aúna ambos conceptos del arte escénico con toda naturalidad. También el vestuario reflejó, sin pretensiones, esta mezcla cultural.

La gala del domingo estuvo protagonizada por Pitingo, que ofreció su habitual espectáculo de éxitos del soul en versión aflamencada. Antes había ocupado el escenario de La Unión José Enrique Morente, el hijo pequeño del añorado maestro Enrique. Morente comenzó su recital con la caña de Chacón en la versión de Morente, para seguir, recordando dónde se encontraba, por estilos mineros. En la soleá también tuvo a su padre como modelo, así como a su hermana Estrella. Morente es un cantaor joven que presenta muy buenas maneras y que todavía ha de buscar su propia forma de decir el cante. Lo cierto es que no debe de resultar fácil escapar de la sombra de esos dos grandes del flamenco contemporáneo como son Estrella Morente y ese gigante llamado Enrique.

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