Crítica de teatro

Aquí hay fantasmas

la charca inútil

Teatro Echegaray. Fecha: 9 de septiembre. Texto: David Desola. Producción: 4D. Dirección: Miguel Navarro Morilla. Reparto: Andrés Jiménez, Lorena Gálvez y Pascal Güet. Música: Nacho Doña. Interpretación musical: Nacho Doña y Sabrina Rui. Aforo: Unas 80 personas.

La aparición en 2002 de Almacenados, que protagonizó José Sacristán, reveló al mundo la calidad y la singularidad del dramaturgo David Desola (Barcelona, 1971), dramaturgo de larguísimo alcance y exponente de un llamado nuevo teatro español que tenía bien claras tanto sus raíces como sus alas. Su magisterio quedó confirmado en 2007 con La charca inútil, una pieza que se acerca sin tapujos al melodrama y que aborda las ausencias como entidades incorporadas a las presencias: el encuentro entre un profesor que quedó fuera de sitio tanto física como emocionalmente al recibir una paliza de un alumno y la madre de un niño pequeño que falleció dos años antes en un tren funesto (el episodio del 11-M planea en toda la función sin ser nombrado) se convierte en un laboratorio sentimental de primer orden. Es un teatro que pide ser dicho en voz baja, que requiere silencio y ternura en la medida en que los verdaderos protagonistas no son explícitos sino meramente sugeridos: todo aquí es cuestión de fantasmas.

El montaje del colectivo malagueño 4D respeta estas premisas y sirve en bandeja un espectáculo solvente, equilibrado en todos sus términos y sobre todo inteligente a la hora de utilizar los recursos dramáticos para la constatación de las ausencias. La escenografía es resolutiva y queda sabiamente subrayada por una iluminación que concede los matices necesarios y que ofrece argumentos propios, al igual que la música del siempre acertado Nacho Doña. El reparto realiza un buen trabajo, especialmente Pascal Güet, quien encarna a un cómplice especial del protagonista que interviene a la manera de Pepito Grillo; pero también es cierto que, en general, a las interpretaciones no les habría venido mal algo más de limpieza: el trío actoral se resuelve mucho mejor en clave próxima y contenida que en las crecidas, donde el impacto es algo menor del deseado. También se habría agradecido algo más de sutileza, especialmente en las invocaciones sociales del asunto, casi siempre innecesarias. Pero el mérito del envite, nada fácil, es más que mucho.

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