Cultura

La farándula de espolones largos

  • El escritor y director José Manuel Serrano presenta el documental 'Contra el tiempo', proyectado en el festival de Málaga, como homenaje a los actores de reparto que participaron en películas para la historia como 'El Cid'

"Con Lee Marvin, obligaron a cerrar el bar una hora antes de que llegara. Se lo bebía todo", comenta Ricardo Palacios, uno de los actores que cuenta sus vivencias en Contra el tiempo. Sus espaldas, como las de todos sus compañeros, cargan con las increíbles anécdotas y las montañas rusas que otorgan más de cuarenta años de profesión, especialmente, cuando uno se ha dedicado a estar siempre en escena y, casi siempre, fuera de foco.

Contra el tiempo -el documental que el escritor y director José Manuel Serrano Cueto ha presentado en el reciente Festival de Cine de Málaga- recorre la trayectoria de una serie de secundarios habituales, y viene a concederles, a la vez, un protagonismo muchas veces negado. Sobre la banda sonora de la compositora Dolores Serrano Cueto, la cinta muestra las reflexiones y recuerdos de actores como Charly Bravo, Ricardo Palacios, Antonio Mayans, Fernando García Rimeda, Mabel Escaño o Lone Fleming.

"La idea del proyecto es del año 2006 -comenta el director del largometraje-. Un día, Aldo Sambrell, con quien me unía mucha amistad, me comentó que hacía mucho tiempo que no trabajaba y, a raíz de esa conversación surgió el tema de hacer Río seco, sobre un actor mayor que se retira a su pueblo. Años más tarde, en 2009, volví a coincidir con el productor malagueño Carlos Taillefer. En ese momento, él acababa de dejar Green Moon (la productora de Antonio Banderas) y había fundado Utopía Films. Fue entonces cuando le propuse hacer un documental con este tipo de historia de fondo. A Taillefer le encantó la propuesta porque, además, él necesitaba, por cuestiones legales, un largometraje enteramente español para entrar en régimen de coproducción. Era un proyecto grande y ambicioso -continúa Serrano Cueto-. Para arrancarlo, Taillefer puso dinero de su bolsillo y nos fuimos a rodar al Festival de Málaga en 2010, ya que era un buen escenario para hablar con dos de los actores que queríamos que aparecieran en el documental. Filmamos con una red-one y con una cámara de cine, e íbamos cogiendo las tomas según nos convenía. Registramos grabaciones con ocho o nueve personas en muchos rincones de Málaga".

Pero, en mitad del proyecto, las ayudas cayeron: "Nos enteramos de que no íbamos a recibir ninguna subvención desde la administración andaluza -explica Serrano Cueto-. Algo muy extraño, siendo como era un proyecto que se iba a rodar en Almería, Málaga y Cádiz. Por un momento, pareció que todo se paraba. Pero luego reflexionamos sobre el asunto y vimos que lo mismo lo podíamos sacar adelante bajando pretensiones. Al final, terminamos haciendo justo lo que no queríamos hacer, que era entrevistas de busto parlante, pero pensamos que había tanta sustancia que no importaría...". Se limitaron a rodar cada día con un actor, con unos parámetros de producción mucho más modestos y "con todo el equipo trabajando de manera altruista". "Precisamente por eso, entre entrevista y entrevista podían pasar perfectamente dos meses... Así que, solamente en el rodaje, hemos consumido un año y pico", cuenta Serrano Cueto.

Como excusa o eje vertebrador de la película, se nos presenta a un joven actor, Antonio Mora, que se dispone a conocer a antiguos nombres de la profesión. "En el proyecto original, Mora sólo salía en una escena con Fernando García Rimada, en un reencuentro entre ambos -prosigue el director-. Pero cuando la idea primigenia cayó, pensamos que la propuesta de un joven actor que quiere conocer a antiguos profesionales, nombres poco conocidos pero con un montón de cine tras ellos, podía ser un buen hilo conductor; un poco el encuentro entre la ingenuidad de uno que empieza con la veteranía del que ya está de vuelta de todo".

Así, Antonio Mora -Celda 211, También la lluvia, Silencio en la nieve- va recogiendo los testimonios de esta farándula de espolones largos. Entre ellos se incluye el discurso del actor Aldo Sambrell, que falleció en 2010: "Al fin y al cabo, él es el germen de este documental -explica Serrano Cueto-, así que decidí incluir grabaciones que habíamos hecho en su casa. Aldo había trabajado con Sergio Leone, por supuesto, pero también con Cukor, Kirk Douglas..., con muchísima gente importante".

Le comento a Serrano Cueto que, si hay que hacer caso a lo que dice un amigo mío, los actores son criaturas insufribles: "Son seres tremendamente egocéntricos, se pasan el tiempo llamando la atención y sólo hablan de sí mismos. Vamos -concluye mi amigo-, como yo, pero en guapos".

"No sólo son guapos -apunta, riéndose-. Aunque, en la primera parte, ese amigo tuyo tiene toda la razón del mundo. Yo ya he dicho que, después de esto, voy a hacer algo sobre pueblos abandonados o similar, algún tema en el que ni siquiera salgan personas. Además, actores como estos, que no han tenido suficiente reconocimiento, tienen casi más ego que los otros, porque están reclamando su espacio. Y, a veces, lo reclaman merecidamente".

¿Se arrepienten, hoy día, de alguna de las decisiones que pudieran haber tomado? "En principio, y sobre todo delante de la cámara, todos te dicen que no -comenta Serrano Cueto-. Pero todos, si hablas con ellos más tiempo, te reconocen que tal vez no debieran haberse implicado en tal o cual proyecto, o que debieran haber elegido mejor. Pero también es verdad -continúa- que no podían elegir, que no eran más que trabajadores. Uno de ellos, por ejemplo, me decía que tenía hijas, que había que trabajar fuera como fuera. No miraban el guión ni nada: elegir una aparición era un lujo que sólo te podías permitir con cierto estatus. Luego, de mayores, pues rechazan proyectos por otro tipo de motivos, porque sea un viaje muy largo o les canse mucho...".

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