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Un folk alternativo

  • Seis años después de su imprevisto y sorprendente debut, Las Buenas Noches lanza su tercer y, ahora sí, esperado álbum, 'Hoy ya es mañana'

Como tantas otras cosas sorprendentes, Aventuras domésticas (2008), el primer álbum de la banda sevillana Las Buenas Noches, aparentaba surgir desde la nada. Sin embargo, tras aquel fascinante tratado de folk imaginario -sonoridades de aquí y de más allá confluyendo en un lugar no por ensoñado menos real- se revelaba el flujo de un trabajo en ajustada sintonía por parte de sus cinco integrantes.

Amigos con ocupaciones profesionales ligadas al ámbito de la creación -algunos ya entonces tan conocidos y reconocidos como el dibujante Miguel Brieva y el videoartista Daniel Cuberta-, los miembros del grupo, lo supimos luego, apenas se citaban una decena de veces al año para ir tramando ensayos, contados conciertos y futuros movimientos, todo ello sin mayor ni menor ambición confesa que la de crear su música y compartirla libremente con quien quisiera escucharla.

Tardamos casi tres años en resolver del todo las dudas sobre la vocación de continuidad de tan atípico proyecto, disipadas sin objeción posible gracias a Un mal día lo tiene cualquiera (2011). Fue aquel un segundo álbum recibido con entusiasmo por la nutrida y entregada legión de seguidores que la formación, premeditadamente ajena a cualquier tipo de intermediación industrial, había ido reclutando a través de su cuidada página web. Desde la misma han venido ofreciendo, vía licencias Creative Commons, la descarga gratuita de sus discos, postura que no parece haber hecho mella en el fan a la hora de adquirir las correspondientes versiones físicas en CD o vinilo -al margen de la mejor calidad de sonido, los diseños de Brieva lo valen-.

Ahora, con la misma cadencia trienal, como si alguna suerte de mecanismo biológico pusiera en marcha los ocultos resortes del proceso de creación, llega Hoy ya es mañana, en descarga digital a partir de hoy y posterior publicación en formatos convencionales.

Grabado en apenas un par de sesiones, con tres meses de separación entre una y otra, lo primero que constata este tercer álbum es cuánto le cunden a la banda los escasos ensayos anuales: desarrollar en el estudio, con tan escaso margen, esos cada vez más complejos desarrollos instrumentales -en los que, marca de la casa, se mezclan guitarras y dobros, banjos y ukeleles, contrabajos y charangos- se antoja poco menos que imposible. Y, todavía entre las mismas paredes, habrá que apuntar que éste es además el primer disco que Las Buenas Noches no registra junto al productor Raúl Pérez, dejando la tarea en manos de otro peso pesado local tras la mesa de mezclas, Jordi Gil, que ha conseguido hacer de Sputnick un lugar idóneo para las grabaciones en vivo -ahí quedan los discos de O Sister! para corroborarlo-.

Más luminoso que Un mal día lo tiene cualquiera -una oscuridad asumida por el propio grupo-, pero deudor de su notable complejidad armónica; más cercano a la inmediatez de Aventuras domésticas -va a encontrar aquí canciones de contagiosos efectos euforizantes que cimentan su armazón folk en un (¿subconsciente?) sustrato rock-, Hoy es mañana despliega en diez cortes la habitual y deslumbrante paleta de cuerdas pulsadas -más corpóreo y presente que nunca el contrabajo de Camilo Bosso; más suelto también con el arco- con la que Las Buenas Noches trenza su red, ésa sobre la que la voz de Rubén Alonso realiza sentidas y emocionantes piruetas; ésa bien anudada por el propio Alonso, Brieva y Daniel Matas en un permanente intercambio de púas, rítmicamente lanzada hacia las alturas por la batería de Cuberta.

El mismo arranque con Mañana deja las cosas claras sobre el calibre de lo que se avecina: una canción brillante, con texto apoyado en la figura retórica del retruécano, al estilo de la adaptación que Veneno hiciera del No pido mucho de Miquel Martí i Pol, que juega con el bucólico ideal de plenitud -tener un hijo, escribir un libro, plantar un árbol- para recordarnos que, por mucho que corramos, el tiempo nos alcanza a todos. Pero, vaya, es lo natural: ley de vida.

Hay mucha miga en las letras de Las Buenas Noches -y mucho amor reconocido a la figura del desaparacido Chicho Sanchez Ferlosio-, en perfecta comunión con ese aludido y bien estructurado armazón sonoro, siempre afianzado en géneros populares o tradicionales incluso en su imposible bastardía, en esa atractiva ucronía musical que termina por dar otro significado, completamente inédito, a la etiqueta folk alternativo.

A estas alturas, resulta obvio que la repercusión subterránea de Las Buenas Noches, llamativamente extendida, no se debe a la fórmula elegida para difundir su música, sino a la música que difunde. Hoy ya es mañana supone una razón más, y de mucho peso, para disfrutarla justo en la medida propuesta por el grupo, alérgica a las convenciones, despreocupada incluso respecto al profundo calado que sus huellas van dejando en el camino. Su camino, nuestro camino.

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