Ni frío, ni calor: a cero grados

Ausencia de trofeos y crónica de desencuentros entre los toros de Martelilla y Casa de los Toreros y los espadas Uceda Leal, Curro Díaz y Juan Bautista, que no aprovecharon las escasas puertas al arte

Media verónica de Uceda Leal al primero de la tarde.
Media verónica de Uceda Leal al primero de la tarde.

16 de agosto 2008 - 05:00

¿Ustedes recuerdan el chiste de aquel que decía sentirse a cero grados porque no hacía ni frío ni calor? Pues así seguimos en la Feria: a cero grados.

Siguen las corridas faltas de casta y de fuerza y aunque el sexteto de ayer, llegado de Jerez de la Frontera, no terminó de meter mal la cara, su falta de fuerza y casta puso más del cincuenta por ciento para que el festejo resultara anodino.

Se quedó corto el primero de la tarde en los lances de recibo y con el caballo no pasó de cumplidor. Por el pitón derecho no metió mal la cara en los engaños, pero tenía muy poca fuerza. Uceda Leal pasó al toro cornalón y bizco con oficio. Por el lado izquierdo, el toro sacó problemas como ya había indicado antes frente a los capotes de los banderilleros. Volvió el espada madrileño a la mano derecha y cuajó una serie con dos primeros muletazos excelentes. Faena que no terminó de redondearse. La nota más alta de Uceda Leal en sus dos toros ha estado, como casi siempre, en el manejo rotundo y limpio que hace de la espada. En el cuarto lanceó pero sin que la suerte dijera nada. El toro pedía que lo llevaran sin tirones, pero Uceda no acertó a hacerlo y terminó por tirarlo al suelo. Serie decidida con la mano derecha en la que el morito acusó la falta de fuerza y corneó el engaño y aunque se desplazó, fue y vino sin clase. El diestro lo intentó por el lado izquierdo, pero no pudo rematar la faena porque cerró mucho al toro y en ese terreno, el animal no iba.

Curro Díaz lanceó con buen juego de brazos en el recibo al segundo de la tarde. Juan Bautista quitó por delantales de trazo excelente. El toro pareció haber ido a más en banderillas y la faena comenzó sobre la mano derecha en serie que el toro admitió. Acertó el jiennense a darle sitio y tiempo, pero al tratar de componer la figura, el resultado implicaba cierta rigidez. Curro Díaz aguantó mucho en un muletazo sobre el pitón derecho. El toro, de noble condición, fue a menos y no transmitió. Un buen trincherazo y un pase de pecho como remate. Y así como hemos alabado la suerte de matar de Uceda Leal, de Curro Díaz hay que decir que inicia la suerte apuntando con el estoque al cielo, de modo y manera que pierde un tiempo precioso a la hora del embroque. El quinto de la tarde, que apenas cumplió con el caballo, sacó muchas dificultades, esperando siempre para en el último instante apretar y querer coger. En banderillas resultó imposible. Curro Díaz estuvo decidido a pesar de las dificultades y que el toro, con un viaje muy corto, se defendía con la cara por arriba. Res con muy poca clase y mucho peligro, al punto de que finalizando la faena, Curro Díaz pasó un momento de mucho apuro.

Se partió el pitón izquierdo el tercero al rematar en tablas. Juan Bautista lanceó sin sacar los brazos. El toro galopó después con buen son y obedeció a los toques, pero fue muy mal lidiado. El espada francés comenzó la faena sobre la mano derecha y de rodillas, pero el toro que metía muy bien la cara, llegó al último tercio sin fuerzas, cayéndose, provocando el rechazo del público que terminó abroncando a la Presidencia por no haberlo devuelto. Los intentos de muletazos rematados por arriba, dieron al traste con la faena. Y el toro, como final, volvió a caerse por enésima vez. Apenas cumplió el sexto, que había correteado sin fijeza de salida, con el piquero. En el quite de Uceda Leal probó, pero luego en la muleta fue largo y quiso coger en engaño por abajo. Muletazos aceptables con la mano derecha. El toro pedía con su juego que le dieran sitio y respondía a los toques, pero cuando Juan Bautista no acertaba, protestaba y se defendía. Toro que se paró muy pronto y con el que el diestro cuajó, en conjunto, alguna series con la derecha de buen trazo, aunque pecó de recorrer media plaza durante la faena en la que el toro impuso los terrenos.

Espectáculo que no terminó de alcanzar cotas suficientes como para que quede en la memoria.

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