Cultura

Así se hace una comedia 'de susto'

  • La savia del teatro malagueño se reúne en 'Lo llevo en la sangre', el proyecto vampírico de La Térmica, con Joaquín Núñez y Antonio de la Torre como invitados

Para ser honestos, no tiene uno siempre la oportunidad de ver a Rafael Castillo-Romero con pajarita, ni a Laura Vil con colmillos afilados. Y aquí radica gran parte del encanto de Lo que llevo en la sangre, el nuevo proyecto que la compañía Surterráneo Teatro ha producido para la Central de Actuantes, la reserva teatral de La Térmica. Semejante artefacto vampírico adquiere formato de trilogía, con piezas alumbradas, respectivamente, por Ery Nízar, Chiqui Carabante y Rafatal. La primera entrega, titulada de manera sugerente La extrema naturaleza de los no muertos, podrá verse mañana viernes 13 y el sábado 14 en varios pases a partir de las 20:00, y también la semana siguiente con el mismo horario, en las salas de La Térmica reservadas a la Central de Actuantes. Sergio Rubio dirige la puesta en escena del texto de Ery Nízar (artífice de Vil Teatro, The Monkey Brawlios y otros muchos episodios escénicos para alivio y salud del reciente teatro malagueño) con un reparto que reúne una muestra más que representativa del panorama local: Lucía Alfaro, Luis Centeno, Rafael Castillo-Romero, David Mena, Laura Vil, Elena Casanueva, Andrea Vargas y Miguel Ángel Martín lo dan todo, veteranos unos, de menor experiencia otros, pero con igual entrega y oficio, ya sea con cadenas, crucifijos, colmillos o riguroso chaleco masónico. Eso sí, La extrema naturaleza de los no muertos se reserva una sorpresa a modo de artistas invitados, y es que un papel del reparto, no precisamente menor, queda asignado a dos actores bien conocidos y con Goya debajo del brazo: Joaquín Núñez hará lo propio este primer fin de semana, mientras que el próximo será Antonio de la Torre quien se incorpore a tan divertido aquelarre. Todo sucede, como siempre en la Central de Actuantes, en distancias muy cortas, lo que, dado el atrezzo puesto ahora en juego, puede resultar impresionante; más aún cuando es un elenco tan nutrido el que se mueve por pasillos recónditos y lúgubres recodos.

"Esto es una comedia de susto", explica de manera ilustrativa Sergio Rubio. Así que los malagueños ya saben de qué va el asunto. La pieza se articula en tres escenas "muy diferentes entre sí", con coreografías, música en directo (un contrabajista y un percusionista ponen ritmo y melodía al invento, aunque también resuenan hilos inesperados por doquier) y hasta "un Siglo de Oro vampiro y ciberpunk". Todo distribuido en dos salas, una reservada a los humanos y otra a los vampiros, además de otros rincones por descubrir, si bien la primera premisa en lo que respecta a La extrema naturaleza de los no muertos es que aquí nada es lo que parece. Lo más complicado, en todo caso, ha sido dirigir una puesta en escena con ocho actores en un espacio habitualmente reservado a la actuación dramática de dos o tres: "Hemos tenido que encajarlo todo con mucha precisión y mucha limpieza, montándolo todo por ejes, uno para cada personaje, como si se tratase de una coreografía. A cada uno le corresponde en cada escena un espacio de dos por dos baldosas, y a eso nos hemos atenido. Lo interesante es que, como sucede con las escenas, los personajes son muy distintos entre sí, cada uno es realmente único, pero al mismo tiempo se complementan muy bien". Sorprende, en este sentido, encontrar en una de las salas a una vampírica Andrea Vargas, ataviada de novia fatal, marcándose un baile tan sensual como macabro con Miguel Ángel Martín, que interpreta a Francisquito, un verdugo armado de cadenas y muy mala uva que sólo deja de berrear para pedir la misma canción, Luz de luna. Y aquí el trabajo sí es plenamente coreográfico, medido hasta el último milímetro, con tantas dosis de belleza como de desazón. "Hay mucho humor, claro, pero la gente se llevará algún sustillo", señala Rubio, en plan travieso.

Ery Nízar explica por su parte que el protagonista es el reverendo Bonilla, un cazavampiros que se dispone a mostrar al respetable su última pieza. A partir de aquí, la obra sigue una narración un tanto peculiar: "En la primera escena el público está reunido en la misma sala, pero en la segunda los espectadores se distribuyen entre dos salas distintas, de modo que en realidad hay dos segundas escenas. Al final, en la tercera, el público vuelve a reunirse. Así que unos espectadores habrán visto una obra, y otros otra". La simultaneidad, como es bien conocido, constituye, ya sea dentro o fuera de una unidad argumental, una regla consciente de las experiencias microteatreras como la Central de Actuantes; pero aquí se resuelve, por tanto, con un sentido más pleno. Quienes conocen la obra de Ery Nízar saben que el humor, en su acepción más barroca, es santo y seña de su creación, y en este sentido La extrema naturaleza de los no muertos no constituye una excepción: "En Andalucía, el asunto de los vampiros siempre se toma a cachondeo. Es una cuestión de humor. Sale alguien con unos colmillos y la gente no tiene miedo, sino que se ríe. Ese campo ya estaba abonado, así que me parecía bien aprovecharlo. Hasta Chiquito de la Calzada ha hecho Condemor, hay una disposición a pasarlo bien con estas cosas, y es lo que pretendemos". Los ensayos destilan ya cierta premura, a la espera de Núñez y De la Torre. Mañana toca estreno. No se lo pierdan.

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