Jonás Trueba. Director de cine

"No hago películas intelectuales; hago cintas tal y como yo entiendo la vida"

  • El cineasta presentó ayer en Málaga 'La reconquista', en cartelera desde hace unos días, en la que habla del paso del tiempo, el amor y la duda a través del reencuentro de una antigua pareja.

"Somos siempre / principiantes. / Somos siempre principiantes y el amor no acaba. / Duras penas: / Eso nos depara. / Porque nadie sabe nada de su propio amor". El tema del cantautor donostiarra Rafael Berrio -Todos somos principantes- suena a todo volumen mientras dos adolescentes se mordisquean de forma delicada la boca y el cuello en una cama de noventa. "Esta canción se acaba adueñando de todo el filme", reconoció Jonás Trueba, durante la rueda de prensa posterior a la proyección de su nueva película, La reconquista, en cartelera desde hace unos días, ayer en el cine Albéniz. En ella, el guionista habla "de la duda que produce el paso del tiempo y el gozo del reencuentro". Lo hace a través de sus dos personajes protagonistas: Manuela (Itsaso Arana) y Olmo (Francesco Carril).

La antigua pareja se vuelve a encontrar una noche en Madrid -donde vive Olmo-, en un futuro que se habían prometido quince años antes, cuando eran adolescentes y se escribían apasionadas cartas de amor -una de ellas, de hecho, se la entrega Manuela al principio del largometraje a Olmo. Sin embargo, él no se siente identificado con aquello-. "Mi anterior filme, Los exiliados románticos -Premio Especial del Jurado en el Festival de Cine Español de Málaga-, surgió de forma espontánea, impulsiva. Ésta se ha hecho de forma más meditada, como que la traes de más lejos en tu cuerpo... No surge de una certidumbre, una certeza. Las películas las hago desde la duda y hay cuestiones que nos importan a todos: a mí y al espectador", reconoció Trueba.

En 108 minutos, divididos en dos partes bien diferenciadas -la primera, el reencuentro de la ex pareja con planos muy cortos (uno casi se puede mirar en las pupilas de los actores), largos, expresivos, a todo color; la segunda, la analepsis en la que se observa a los protagonistas enamorándose con apenas 15 años donde aparecen planos más largos, alejados, de espaldas al director-, el realizador intenta describir "el principio de la sensación del amor, del paso del tiempo a través de esa vivencia tan intensa". "Recuerdo haberme enamorado siendo un adolescente y haber prometido matrimonio, hijos y amor eterno", comentó entre risas.

Para transmitir todas esas ideas se sirve, como de costumbre, de canciones -de Rafael Berrio, que interpreta el papel del padre de Manuela, Nacho Vegas o Manos de Topo-, cartas, palabras. "Las partes más narrativas son las letras de los temas precisamente, más que nada de lo que se digan los protagonistas. Probablemente lo narrativo está en el diálogo del personaje y aquí lo narrativo está en las canciones. Éstas consiguen condensar en muy poco tiempo una explicación de todo. Es una película muy de palabras: las palabras de las canciones, de las cartas que se escribieron. Me gusta mucho hacer películas que trabajan el silencio lleno de palabras", resumió Trueba en tono amable.

El director de Los ilusos también se sirve de un exquisito guión con conversaciones espontáneas, frescas, reales, que hacen creer al espectador por un momento que no se trata de una simulación, una interpretación. "No he dejado ningún espacio a la improvisación. Sí que he escrito algunas líneas, se me han ocurrido ideas, momentos antes de rodar", confiesa el madrileño, que intentar huir del diálogo funcional. "Prefiero un diálogo más emocional, envolvente, para hacer sentir la vida que está pasando, para que no parezcan conversaciones de plástico", explicó. Y así ocurre durante la película, en la que se ve a "dos personas que se respetan verdaderamente y se quieren", en palabras de Trueba.

El estilo del madrileño, que algunos críticos de cine asocian con al cineasta francés Éric Rohmer, según contó él mismo, tiene que ver en realidad con su ciudad, sus vivencias, sus inquietudes. "Alguien me dijo que en La reconquista volvía a filmar Madrid como si fuera París ¿Pero de verdad es como si fuera París? ¿No es como si fuera Madrid? Los cineastas franceses han filmado París, los finlandeses Helsinki y los estadounidenses Nueva York. Y yo he filmado en Madrid porque vivo allí. Y lo hago madrileñamente", comentó en tono irónico mientras pedía la opinión de los periodistas que había ayer en la sala.

Al también guionista no le molesta que se le relacione con su padre, Fernando Trueba (El artista y la modelo, Chico & Rita), pero sí duda de las posteriores asociaciones: "No por ser el hijo de Fernando Trueba soy un cineasta más cinéfilo, ni un afrancesado. No hago películas intelectuales, hago películas tal y como yo entiendo que es la vida cotidiana. Reconozco que he vivido muy de cerca el cine y por eso quizá tuve muy claro a edad temprana qué quería hacer en un futuro: hacer cine", declaró el artista, que concibió esta película como "una experiencia bonita para el espectador". Al igual que enamorarse, sentir eso adentro, "aunque falles en tu propósito", apostilló Trueba.

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