Pedro luis Ferrer. músico

"Lo que más daño ha hecho a Cuba, incluida la Revolución, es el inmovilismo"

  • El cantante, compositor y guitarrista cubano, emblema de los géneros tradicionales de la isla y de la trova menos exportada, ofrecerá un concierto este jueves en La Cochera Cabaret

El público malagueño tuvo la ocasión de conocer a Pedro Luis Ferrer (Yaguajay, 1952) hace ahora diez años en una histórica sesión de La Música Contada (¿se acuerdan?) celebrada en el Teatro Cánovas. Ha habido que esperar tanto tiempo pero, al fin, el músico regresará a la ciudad este jueves 15 para ofrecer un concierto en La Cochera Cabaret a las 21:30. Vinculado al rock cubano en los 60 y a la nueva trova en los 70, Pedro Luis Ferrer es un pequeño gigante de la música cubana que emprendió su propio camino para la recuperación de los géneros tradicionales menos promocionados de su país, como el changüí y los estilos guantanameros. Esta aventura ha cristalizado en discos imprescindibles como Rústico (2005), Natural (2006), Tangible (2011) y Final (2014), grabados en su estudio doméstico de La Habana. En no pocas ocasiones, su determinación a la hora de hablar claro en sus canciones sobre el día a día en su país le ha costado el silenciamiento por parte de las autoridades, y su transparencia sigue siendo la misma en tiempos de cambio. La sola escucha de temas como Nana para un suspiro o Vida me da bastan para dar cuenta de su grandeza.

-Su dedicación a la música tradicional cubana sigue intacta desde Rústico (2005), el disco que más puertas le ha abierto en España. ¿Hay ahí un veneno del que cuesta desprenderse?

-Sí, continúo trabajando con estas músicas como el changüí, que vienen de muy diversos lugares. Son localismos diseminados que no llegaron a incorporarse a la música cubana más popular en el mundo, se quedaron fuera como tesoros desconocidos. Mis últimos discos han estado dedicados a este repertorio, pero en realidad son trabajos inacabados, porque estas músicas son muy ricas e inabarcables y uno no termina de aprender nunca. En ello seguimos.

-¿Obedece a una promoción cultural excluyente el hecho de que estos estilos no se conozcan fuera de Cuba?

-Hay muchos factores. Es cierto que hay una música cubana conocida en todo el mundo que es maravillosa, la de la guaracha y la del son. Con nuestro grupo tocamos estos géneros, me gustan mucho, no los rechazo en absoluto. Pero hay tradiciones distintas, muy ricas, de muy diversos orígenes, que beben de fuentes muy distintas y no es que no se conozcan fuera de Cuba, es que no las conocen ni en La Habana. Habría que acudir a cuestiones culturales e históricas para explicar por qué ha sucedido algo así; en todo caso, yo las reivindico porque forman parte de mi propia tradición, la de la música cubana, donde confluyen otras muchas músicas del mundo.

-Usted siempre ha defendido su independencia como músico, ¿apelar a tradiciones olvidadas forma parte de esta vocación?

-Siempre he trabajado de manera independiente porque ésta es mi forma de hacer las cosas. Y así vamos a seguir haciéndolas. De hecho, con el último trabajo he terminado el contrato que mantenía con la discográfica estadounidense que distribuía mis discos y ahora me toca encargarme de eso también. A ver cómo sale todo, espero que sea capaz.

-¿Ha crecido su relación con el público español como debía en los últimos años?

-Sí, percibo que hay más gente que se interesa por mi obra en España. Y no hablo sólo de cubanos que viven en España, también de españoles. Pero es un mercado difícil. Todos los años doy muchos más conciertos en otros países europeos, y la verdad es que sí, me gustaría tener más presencia en España. Espero que se den las condiciones para que sea posible.

-Muchos músicos tanto de Cuba como de toda América Latina encuentran más facilidades para divulgar su trabajo en Francia, por ejemplo, que en España. ¿No significa esto un contrasentido, aunque sólo sea por la existencia de un idioma común?

-España tiene su propia dinámica y hay que saber adaptarse a ella. Si te adaptas, los frutos llegan. Pero si no lo haces, es muy difícil que el público te escuche. Yo he tenido mis propios problemas, derivados, principalmente, de no haber llegado a tener un manager en España. Pero insisto, no es un problema de España. Es un problema mío.

-Para ahondar en la paradoja, ¿qué podría contar de la raíz española de algunos de esos géneros tradicionales cubanos que usted rescata y reinventa?

-Pues que es una raíz fundamental sustentada, principalmente, en la negritud. Cuba aportó a España una negritud decisiva y, del mismo modo, la negritud que llegó a Cuba no vino únicamente de los esclavos africanos: también llegó, en un grado muy importante, de España. Esa negritud está muy presente en la música tradicional campesina cubana.

-Un músico andaluz que por cierto toca el tres como usted, Raúl Rodríguez, sostiene justamente esto. Incluso defiende el origen negro de algunos palos antiguos del flamenco, como la zarabanda. Pero este legado no es muy conocido en España.

-Tampoco en Cuba. Allí únicamente se conocen de España algunas músicas populares de Galicia y Asturias. La mayoría de la gente piensa de hecho que el laúd, que es un instrumento pariente del tres, es propio de blancos europeos.

-Hemos hablado de la recepción de su música en España, pero ¿qué nos puede contar del público que le sigue en Cuba?

-Que es nutrido y muy fiel. Hay gente que sigue todo lo que hago, no sólo por los versos poéticos y lo que cuento en ellos, también por la música que recuperamos.

-En una entrevista anterior que mantuvimos usted defendía su derecho a hacer la Revolución "a su manera", sin aceptar instrucciones de nadie. Y durante todos estos años no ha dudado en denunciar lo que no le gustaba sin dejar de vivir en Cuba. Ante los últimos acontecimientos, ¿sostiene aún lo mismo?

-Por supuesto. Más alto si cabe. Piensa que la apertura es un episodio que tenía que llegar al país, más tarde o más temprano, de manera natural. Lo que más daño ha hecho en este tiempo a Cuba, incluida la propia Revolución, es el inmovilismo. Ha habido demasiadas cosas estancadas. Por eso la apertura significa una buena noticia, por más que a veces el mundo no colabore como debiera, porque para poner un país en marcha hace falta ayuda, especialmente financiera. A nivel personal, te diré que desde hace años puedo cantar canciones que en su tiempo me metieron en muchos problemas. Y puedo hacerlo sin discutir con políticos ni autoridades. Todo esto me da mucha alegría.

-¿Y cuál es el precio que habrá que pagar a cambio, especialmente si la apertura se da con demasiada rapidez?

-Es que no pienso que la apertura tenga que darse con una rapidez irracional, pero tampoco considero que haya frenarla. Tendrá que darse con su tiempo justo. Siempre va a haber problemas, de un lado o de otro. Como dices, algún precio habrá que pagar. Pero lo que no puede durar más en Cuba es el inmovilismo, porque éste sí nos ha salido muy caro. Insisto, la propia Revolución salió perdiendo a cuenta de sus propias prohibiciones. Es importante promover la felicidad de las personas y aceptar que la cubana es una sociedad diversa. Eso es lo que defendemos.

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