Cultura

La inspiración del páramo

  • La Feria de Arte Contemporáneo arranca el miércoles en Madrid con una presencia malagueña reducida al mínimo debido a las duras condiciones económicas

Cada mes de febrero tronaba el ruido de sables: una nueva edición de ARCO llamaba a las puertas y las galerías y los artistas malagueños se preparaban para dar lo mejor de sí mismos. Pero este año la situación es muy distinta. La Feria de Arte Contemporáneo de Madrid arrancará su trigésimo segunda cita en Ifema el próximo miércoles y continuará hasta el domingo 17 con una aportación malagueña reducida al mínimo. Ni siquiera Alfredo Viñas, decano de los galeristas españoles, que precisamente acaba de celebrar sus veinte años de trayectoria, participará en esta ocasión. Tampoco Javier Marín, que desde que abrió su galería en Duquesa de Parcent (actual Soho, para más señas) ha ido ganando protagonismo en la feria, se desplazará hasta Madrid. Estrictamente, la única galería malagueña que estará en ARCO será la de Isabel Hurley, pero no con un stand propio sino a través de Solo Objects, la sección que el certamen reserva a piezas de gran formato, con el artista peruano Alberto Borea, que presentará su instalación Influencia. La Facultad de Bellas Artes de la UMA estará representada a través del artista valenciano Javier Garcerá, profesor en la misma, que llevará una de las obras de su serie La menor distancia, también de gran formato (200 por 600 centímetros) al programa Artistas Destacados. Pero malagueños habituales en estas lides como José Medina Galeote y Noelia García Bandera no tendrán obras en ARCO, por primera vez en bastante tiempo. Ante una feria tan poco dada a la Costa del Sol, sólo cabe preguntarse qué especie de mecanismos permiten que una ciudad como Málaga, pujante como pocas en la creación y la divulgación del arte contemporéno, se quede prácticamente fuera.

Ya a finales de la pasada década la participación en ARCO constituía una tarea delicada para los galeristas, quienes dieron cuenta, a través de manifiestos y verdaderas campañas, de las dificultades (añadidas) a las que cada año tenían que hacer frente para plantarse en Ifema con un stand propio. Después de lo que parecía un proceso de limpieza encubierto, la llegada de Carlos Urroz a la dirección sirvió para restar leña al fuego y encontrar algunos cauces de diálogo que permitieron la continuidad en unos casos, el regreso en otros, de galerías consideradas imprescindibles dentro del mapa artístico español actual. Pero ya entonces vertía la crisis económica su ponzoña en los procesos creativos, y las consecuencias ya están aquí: la 32 edición de ARCO, que tendrá a Turquía como país invitado, será la primera en la que se aplique la subida del IVA cultural hasta el 21%, aprobada por el Gobierno actual y en vigor desde el pasado mes de septiembre. La consecuencia son ya menos galerías en la feria respecto a 2012, un total de 201, de las que el 66% son extranjeras. Miquel Barceló fue hace unos días bastante elocuente sobre el asunto al afirmar que el incremento del IVA puede significar la "puntilla" para ARCO. Pero lo cierto es que, ante un tajo semejante, un galerista no tiene más remedio que pensar mucho si realmente merece la pena embarcarse en la feria ante tan remotas posibilidades de hacer negocio.

Alfredo Viñas responde de manera tajante: "No, no merece la pena. La situación económica en España, y en lo que se refiere al arte, es penosa, así que prefiero esperar a que mejore antes que asumir la inversión necesaria para ir a ARCO". Durante la presentación de la programación el pasado jueves, Urroz reconoció que el incremento del IVA hace a las galerías españolas menos competitivas en el mercado internacional, si bien subrayó que la organización había hecho "intentos infructuosos para que incidiera menos". Igualmente, apuntó que se habían pactado con los galeristas "condiciones beneficiosas y más flexibles" en cuanto a la forma de pago, condiciones que no incluyen la rebaja del metro cuadrado de alquiler de los stands. Viñas afirma que desconoce estos pactos, y que en ningún momento se le comunicó posibilidad alguna de equilibrar la pérdida que entraña la subida del IVA: "Sólo vi unos correos electrónicos en los que se contaba lo mucho que se había esforzado la dirección de ARCO para mantener el IVA del año pasado, finalmente sin éxito".

Por su parte, Javier Marín quiso dejar claro que ARCO "es un evento que hay que apoyar, pero ante una falta tan acuciante de financiación resulta imposible acudir". Marín insistió en que la próxima edición de ARCO será "la más difícil en cuestión de mercado" mientras que a las galerías "sólo nos quedará intentar subsistir como podamos, con la mayor dignidad posible". No obstante, preguntado sobre los efectos que la ausencia en ARCO puede tener en una galería como la suya, Marín relativiza bastante la cuestión: "A nivel de mercado no afecta tanto. En los últimos años hemos dejado de ir a ferias en las que antes participábamos, como ARCO y Art Dubai, y luego no lo hemos notado en el día a día de nuestra actividad. Alfredo Viñas y yo somos suficientemente conocidos, así que la decisión de no ir a a Madrid no significa, en principio, nada irreversible".

A nivel andaluz, una de las pocas excepciones a la debacle es la veterana galería sevillana Rafael Ortiz, que se presentará en la fiera con nombres tan significativos como Luis Gordillo, José María Báez, Miki Leal, Nico Munuera, Yamandú Canosa y José Miguel Pereñíguez. Pero el balance es aproximadamente el mismo: el páramo. Cuestionada por algunos de los gurús del arte contemporáneo más influyentes, sostenida en los medios de comunicación a base de envites ideológicos y con serios problemas de definición y gestión, ARCO ya permite preguntarse si sería posible vivir sin ella. El futuro responderá.

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