Cultura

La irrupción de Yoko: 'Suite 1742'

EN Suite 1742. John Lennon & Yoko Ono es la exposición que, hasta el 23 de marzo, permanece abierta al público en La Térmica. El lema de fondo -nunca mejor dicho, empapela la pared extrema de la sala- (War Is Over!), preside dolorosamente la muestra que documenta la actividad artística de Lennon y Ono en mayo de 1969. Dolorosamente a juzgar por la carta con la que la propia Ono da la bienvenida, donde reconoce que fue el exceso de candidez -tan de aquellos años- lo que propició aquella concatenación de eventos. Que no fue poco, habida cuenta de la singularidad que conservan las imágenes de los happenings que idearon (los Bed-In del Hilton y el Queen Elizabeth, en Amsterdam y Montreal, respectivamente). Las fotografías de Bruno Vagnini, joven estudiante entonces, constituyen la narrativa central de la exposición: Los autógrafos,Los saludos y La entrevista captaron insólitos momentos protagonizados por un tándem que tuvo poco de idílico pese a su idealismo. Pero al que, lejos del mentidero oficial, Ono llegó con una carrera como artista conceptual y satélite de Fluxus (su loft del 112 de Chambers Street era un espacio artístico de lo más concurrido). La performer del seminal Cut piece (1964) ya era alguien: otra cosa es que su oportunismo le permitiera, gracias al estratosférico Lennon, volverse tan estratosférica como el beatle. Viendo el material expuesto en la muestra vuelvo a concluir que la artista japonesa devolvió a Lennon a sus tiempos en el Liverpool College of Art (solamente que en esta ocasión con un discurso conceptual y político bien plantado). The Wedding Album (1969), además de disco, es un objeto artístico en sí mismo, registro del primer evento pacifista en Holanda. El paso decisivo en la vida artística de una pareja que hizo de su experiencia, ¿un lema, o una marca? Dejemos que Yoko Ono -"sí, soy una bruja", escribió en una canción de 2007- persista en el voluntarismo de su eslogan: La guerra ha terminado.

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