Cultura

La madurez del cine documental

  • La primera jornada del encuentro 'Málaga Docs' analiza la situación del género desde la perspectiva de la producción de América Latina de la mano de diversos creadores

Público congregado en el Teatro Echegaray para una de las sesiones de documentales del Festival.

Público congregado en el Teatro Echegaray para una de las sesiones de documentales del Festival. / málaga hoy

No es extraño escuchar que en el Festival de Cine de Málaga las películas están en la Sección Oficial. Y que más allá hay otro apartado en el que se proyectan documentales. Un prejuicio que probablemente se curaría de manera eficaz como ocurre con cualquier otra idea estereotipada: conociendo mejor de lo que se habla. En este caso, yendo al cine (el Teatro Echegaray es una afortunada rareza estos días). O acercándose a encuentros como Málaga Docs que ayer desarrolló su primera jornada en el Rectorado de la Universidad de Málaga y que continuará hoy en el mismo escenario.

El evento arrancó con una exquisita conferencia del historiador y periodista Paulo Antonio Paranaguá titulada El documental: de primo pobre a hermano mayor. De pie y sin un papel delante, relató los inicios del cine documental latinoamericano hasta hoy mencionando nombres indispensables como los de Solanas, Patricio Guzmán, João Moreira Salles, Santiago Álvarez. Y dejó clara la relevancia de un género que vive un maravilloso moemtno en base, en parte, a la extrema libertad en sus formas de hacer. "En término de creación el género está en la vanguardia", subrayaba el director argentino Andrés di Tella, que ayer ofreció un interesantísimo masterclass.

"Yo creo que mucha gente, y no sólo cineastas, de otros ámbitos como el arte o la literatura, tiene un interés especial por el documental. Hay una sensación de que si quieres sintonizar con lo que está pasando en el mundo y también saber las ideas que están teniendo presencia en nuestra vida hoy, hay que buscarlas en el documental", explicaba Di Tella. "Creo que ese crecimiento a nivel formal, esa flexibilidad, hace que el documental arriesgue y se expanda hacia experiencias que la ficción no puede porque se debe ajustar a los códigos que rigen su mercado", añadía la directora y antropóloga Carmen Guarini.

La Sección Oficial del certamen malagueño es un buen ejemplo de ello. Sus películas muestran ese amplio panorama formal. Y reflejan que precisamente ha sido el esfuerzo de los realizadores, su constancia e interés por abarcar narrativas más diversas, las que han permitido al cine documental llegar a ser ese hermano mayor del que se hablaba ayer en Málaga Docs. De paso, el género "se convierte en relator de la historia, ayuda a no olvidar en una sociedad especialmente amnésica", como apuntaba Paulo Antonio Paranaguá.

El documental ha adquirido así una madurez que no sólo se descubre en la calidad de las películas que conforman la competición del Festival de Málaga, sino también en un público cada vez más presente en los asientos del Teatro Echegaray, que este año están recibiendo una afluencia especialmente importante. Espectadores que quizás vean estos días como una de las pocas oportunidades de disfrutar del cine de la realidad y casi la única de poder departir con directores y directoras. Esa es, también, la realidad.

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