Cultura

La mañana del domingo

La juventud se funde en putas necrológicas. Enmarcaremos lo mejor de nuestro siglo XX en esquelas ¿Cuándo será el último muerto de aquellos años? El quién ya lo conoces.

Ayer murió alguien que a los doce años ya amasaba una colección de discos de varios centenares. Nada de cromos de jugadores de béisbol ni de baloncesto, sino una pila de sencillos, singles de músicos y bandas de las que casi nadie había oído hablar, como dijo Maureen Tucker al verlos y escucharlos.

Un tipo distinto desde el principio. Pero de esto ya se encargan las crónicas de su fallecimiento, los obituarios: todo eso de que fue alguien especial, diferente. De que estuvo al margen. De que cruzó al otro lado, se paseó por los subterráneos, habitó en ellos y volvió para contarlo.

Hace ya muchos años oí Walk on the wild side en el hilo musical de un supermercado mientras empujaba el carro por la sección de quesos. Olía fuerte, pero no era peligroso. La juventud se derritió como un trozo de cheddar, cayó en las profundidades de un agujero de un gruyere gigante.

Ya no habría más fiestas del mañana.

Las que celebraba su banda, The Velvet Underground, que ponía música al desparrame de Warhol, el Exploding Plastic Inevitable, juntaban a Salvador Dalí y a Jackie Kennedy con estudiantes, drogadictos y periodistas. Un cóctel helado de Glamour Majareta, Frígida Sofisticación y Gente de Mal Vivir a partes iguales.

Yo encadené anoche, porque así vienen en el cd The Very Best Of The Velvet Underground, una recopilación de hace diez años, All Tomorrow's Parties, Pale Blue Eyes y Femme Fatale. No esperaba a ningún camello en el parque. Unos niños jugaban al fútbol y un corrillo de jóvenes fumaba grifa y bebía cerveza en botellas de un litro mientras yo escuchaba cantar y tocar la guitarra eléctrica a un poeta que había muerto en la mañana del domingo.

"La mañana del domingo y estoy cayendo / Tengo un presentimiento que no quiero saber", canta en Sunday Morning quien en una ocasión respondió a alguien que intentaba hurgar en su vida: "¿Quieres saber quién es el verdadero Lou Reed? Date la vuelta e inclínate".

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