Cultura

Los tres 'matrixqueros'

Aventuras, EEUU, 2011, 110 min. Dirección: Paul W. S. Anderson. Guión: Alex Litvak, Andrew Davies. Intérpretes: Logan Lerman, Orlando Bloom, Milla Jovovich, Christoph Waltz. Cines: Málaga Nostrum, Vialia, Rosaleda, Plaza Mayor, La Verónica, Al Andalus, Alfil, Miramar, La Cañada, Gran Marbella, Plaza del Mar, Rincón, Ronda, El Ingenio.

Toda la suerte que la novela de Dumas ha tenido entre los lectores desde su publicación por entregas en 1844 -va camino de los dos siglos transfigurada de best-seller en long-seller- le ha faltado en las adaptaciones cinematográficas. Hasta la clásica de 1948, en Metrocolor deliciosamente chillón y con un reparto de lujo (Lana Turner, Angela Lansbury, Vincent Price), fue masacrada por un imposible Gene Kelly, tan admirable cuando bailaba como jartible cuando no lo hacía. También el divertido Richard Lester patinó al acercarse a Dumas. Paul W. S. Anderson no patina, hace surf sobre las olas rugientes de los videojuegos, los videoclips y los efectos especiales. No otra cosa podía esperarse del encuentro entre el trabajador y tranquilo gordinflón Alejandro Dumas y el histérico autor de Mortal Kombat, Resident Evil, Alien vs. Predator (considerada una de las peores películas de la última década) o Death Race. Supongo que ha intentado reproducir el éxito de la adaptación de Sherlock Holmes de Guy Ritchie. El problema es que carece de su astucia y de su sentido de la imagen.

Dumas escribía novelas populares en los inicios de era de la conversión de la cultura en industria. Anderson rueda no-películas para su proyección en los no-cines injertados en los centros comerciales para deleite de un no-público que le pide a la proyección sensaciones físicas, asombro técnico, extensión gigante de sus videojuegos portátiles o domésticos, tipos con pinta de traficantes de droga o de jóvenes cantantes para adolescentes, caracteres planos y argumentos simplificados hasta casi la inexistencia. Esta no-película les da todo eso y les deja tan contentos. Como ni el nombre del director, ni la publicidad, ni los avances engañan a nadie, pues todos tan contentos. Un crítico pinta aquí tan poco como un devorador de palomitas en El árbol de la vida. ¿Por qué interponerse en esta fusión entre Matrix, máquinas voladoras, espadachines reconvertidos en ninjas y Dumas?

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