Cultura

"La mayor tiranía para un escritor en España es la falta de cultura"

  • El reputado escritor presenta hoy en el Mupam, 'Mártires de la belleza', un lúcido ensayo sobre la caída a los infiernos de ídolos de la música y el cine, esclavos de su belleza

Lord Byron se lamentaba del don fatal de la belleza, ese fatum al que se han visto abocados quienes viven de la idolatría que provoca su físico. Del ascenso y descenso de jóvenes convertidos en icono se acuerda Luis Antonio de Villena en Mártires de la belleza, un lúcido ensayo sobre la tiranía de la estética, desde la antigüedad hasta hoy, y donde "los medios de comunicación de masas", a su juicio, tienen mucho que decir. Hoy lo presenta (a las 20:00) en el Museo del Patrimonio Municipal de Málaga.

-Subtitula el libro como ensayo sobre el esplendor y el castigo, ¿cuánto hay de uno y de otro?

-La idea es un ensayo sobre las personas, cantantes y actores que han utilizado la belleza como una forma de trabajar. Les ha ido muy bien, porque cumplían el formato físico que se requería, pero luego les ha ido muy mal. De ahí el esplendor en la época juvenil y luego el castigo, a veces muy fuerte porque muchos han muerto y otros han acabado con problemas de drogas, alcoholismo y o en la mediocridad más absoluta.

-Y el fenómeno continúa...

-Es un asunto plenamente vigente. Los actores de la saga Crepúsculo, por ejemplo, tienen que darse mucha prisa ahora en hacer la segunda parte, porque al chico mayor le está cambiando el físico y tendrían que prescindir de él .

-Y esa preponderancia de la belleza, ¿afecta por igual a hombres y mujeres?

-En las mujeres es otra historia. Su esplendor físico perdura más tiempo, hasta una mujer más o menos madura, de unos 30 años como el caso de Marilyn Monroe. Pero en lo chicos el esplendor se queda en los veinte. Es algo que viene del mundo griego, si ves las fotografías de hoy de Bruce Weber donde se anuncian los calzoncillos de Calvin Kelin, la imagen responde a un tipo de igual que el Hermes de Praxímedes, una escultura griega de cuatro siglos antes de Cristo. Eso da a entender que el modelo de belleza masculina joven no ha cambiado.

-¿No se salva nadie?

-Esta es una historia de hombres que cuando dejan de ser jóvenes están acabados, con muy pocas excepciones. Quien que hizo de Tadzio en Muerte en Venecia tiene 50 años y está en Estocolmo con una vida amargada. Él dice que si hubiera sabido lo que le iba a venir después no hubiese hecho el papel.

-¿El cine actúa como verdugo de sus protagonistas?

-El cine ha dado alas a la belleza física, igual que la fotografía. Es cierto que antes se veía menos porque no había medios de comunicación de masas, que han hecho que todo este fenómeno se agigante.

-El mundo del pop-rock también se ha llevado víctimas por delante...

-Porque la promoción de un cantante también depende de la imagen. Ahí tienes a Leif Garret, que fue un cantante famosísimo a finales de los 70 y que ha terminado como yonqui y camello en las calles de Los Ángeles.

-Más que el culto a la belleza, ahí entrarían los excesos...

-Es que el éxito lleva a los excesos. River Phoenix murió de sobredosis y Kurk Cobain. Cuando de muy joven tienen mucho dinero, éxito y chicas alrededor se dan al exceso. Creen que ese éxito no va a terminar nunca y cuando se dan cuenta que no es así, ya es muy tarde.

-¿Como trasfondo estaría el miedo a la vejez?

-Hay un miedo a la vejez, que es algo muy contemporáneo, pero también entra en juego la sociedad de del usar y tirar, unido a una sociedad española, muy inculta, que no sabe ver otros tipos de belleza, moral, intelectual... Para apreciar la belleza física no hace falta tener estudios, pero para acceder a otro tipo de belleza hay que estudiar, leer y conocer a la persona profundamente. Y España lo está pagando, somos vergonzosamente incultos.

-¿Y cual es la tiranía de quienes viven de la palabra escrita?

-La mayor tiranía para un escritor en España es la falta de cultura. Ante un libro muy culto la editorial te va a decir que no, que rebajes el nivel porque no hay público. Y muchas veces entras en contacto con públicos que no te van a entender. Tienes que ser amable por educación, pero ves que no están preparados para ese tipo de obra.

-No conocen el valor de la literatura.

-No conocen el valor de casi nada, esa es la gran tragedia, qué le vamos a hacer...

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