Cultura

La musa del arroyo

Estaba y no estaba inédita en castellano, pues existía una versión de Niebla en el puente de Tolbiac en forma de novela gráfica, ilustrada por el gran dibujante francés Jacques Tardi a quien debemos las aventuras de personajes tan inolvidables como la bella Adèle Blanc-Sec, maravillosa heroína del París de principios del siglo XX. Su autor, Léo Malet, fue un buscavidas que frecuentó los ambientes surrealistas, coqueteó con el anarquismo y ejerció los más variados oficios antes de dedicarse a la literatura, en la que destacó como escritor de novelas populares. En particular, está considerado uno de los padres de la novela negra francesa, y el protagonista de esta historia, el detective Nestor Burma, es su personaje más logrado. Publicada en 1956, la novela forma parte de una serie inconclusa -Les Nouveaux Mystères de Paris- que se proponía ambientar cada una de sus veinte entregas en los diferentes distritos de la ciudad, escenarios de otros tantos casos a resolver por este "maldito poli privado" que comparte rasgos y experiencias con su creador. El puente de Tolbiac corresponde al distrito XIII, la actual Chinatown.

Por esas malas calles, frecuentadas hacia el medio siglo por proletarios e inmigrantes -la Guerra de Argelia empezó en el 54- y gentes marginales de toda condición, anduvieron en su juventud tanto Malet como su personaje, "especialista en historias más negras que la tinta". El asesinato de un viejo trapero, que antes de morir ha pedido ayuda a Burma, desentierra los recuerdos semiolvidados del detective, cuando era un chaval "errante y furioso" que se movía entre los círculos libertarios del París de entreguerras. Es el pasado que vuelve, ligado a una investigación que resucitará los tiempos en que los partidarios del "ilegalismo" preconizaban la acción directa, al modo del Durruti de anteguerra, el robo llevado a cabo por "bandidos con ideas" en favor de la causa. Pero no hay romanticismo -salvo en el personaje de la hermosa Bélita, la gitana redimida- en esta historia triste de ribetes sórdidos, en la que no falta ninguno de los tópicos del noir de inspiración norteamericana, los bajos fondos, el inspector socarrón, la chica indefensa, el detective escéptico… La bofia, los fiambres, las bragas de nailon. Malet practica un lenguaje coloquial y desenfadado, pero entre las frases hechas se cuela una lírica descarnada, acogida a la musa del arroyo, que habla de sueños traicionados, de dolores antiguos, de vidas perdidas como sombras en la niebla.

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