Cultura

Es música, es fiesta

  • Los conciertos de Love of Lesbian no son sólo música en directo, van más allá, inspiran, emocionan, sugestionan como si tuvieran poderes

Fecha: Viernes 15 de noviembre. Lugar: Sala París 15. Fecha: Santi Balmes (voz y guitarra), Julián Saldarriaga (guitarras, coros), Oriol Bonet (baterías), Joan Ramón Planell (bajo), Jordi Rog (guitarra), Dani Ferrer (teclados). Aforo: cerca de mil personas, casi lleno.

Historias de amor hay tantas como universos infinitos. Y, como las interpretaciones de la letra de una canción, son tan subjetivas que a veces duelen. O te salvan la vida. También hay relaciones para cada momento: unas simplemente te alegran la noche; otras, te llevan directo al infierno. Unas graban iniciales inmortales en un árbol y otras vuelven pidiendo segundos asaltos. De algunas es imposible escapar, cambies de nombre, edad o ciudad. Muchas son cuentos chinos. De unas cuantas no quedan más que cenizas. Y, en todas, caben dudas, risas, temblores de mano, miradas a ojos opacos. Miedo y valentía. Recuerdos. Y cómo merecen la pena los besos reparadores. Las faldas al viento. Esa eres tú.

Son las historias que cuentan Love of Lesbian, grupo que revienta la taquilla allá donde va, que hace bailar hasta a los gatos. Es la banda, liderada por Santi Balmes, que el viernes por la noche celebró su particular fiesta en la sala París 15. Sus conciertos no son sólo música en directo, van más allá, inspiran, emocionan, sugestionan como si tuvieran poderes. Viajan hacia la diversión, la alegría, la luz. "Dejen sus movidas ahí fuera, hoy toca bailar", decía Balmes al comienzo de la mejor fiesta del año. Dicho y hecho.

Debe ser un gustazo observar desde el escenario a miles de almas entonando como himnos esas historias, las tuyas. Las que creaste una vez con palabras sueltas que tomaron forma. Hacer gritar al público hasta ver sus entrañas o conseguir un sonoro silencio con un simple "Shhh…". E, incluso, saber manejar los hilos para que la chica bese a su chico. O viceversa. Y, lo mejor: debe ser excepcional ser capaz de poner patas arriba al público con tanta facilidad, llevar a la locura a quienes pagan por verte, cantarte, seguirte. Como fans del mítico John Boy, aunque sin metro. No es fácil ponerse en la piel del otro, pero imaginen.

Los chicos de Love of Lesbian saben todos esos trucos. Y muy bien. Manejan el tempo magistralmente. Arrancan despacio, calientan el motor en primera, cambian a segunda y, tras un leve paso por punto muerto, meten quinta y oprimen el acelerador a fondo hasta el final, convirtiendo las curvas en rectas para evitar accidentes. Son magos. En el escenario mantienen una fiesta, saltan, bailan, cantan. Balmes se disfraza mientras se acuerda del Prestige, del inglés de Ana Botella: un par de chupitos, gorra de policía, máscara felina, imitación de Raphael… "Adoro mi trabajo", confesaba el músico. Lógico. ¿Quién no lo haría?

La fiesta podría haber seguido, pero da la sensación de que la banda ha adquirido madurez. Baste decir que uno de sus temas más guerreros, Historia del amante guisante, ni sonó. Para qué. Ya no hace falta. Como en el amor, hay historias que es mejor olvidar, pasar página. Pero, como ellos bien saben, su nuevo disco no sería nadie si su bagaje anterior, sus experiencias, sus días no vividos. Ahí también hay historias que son de verdad, a las que siempre hay que volver, las que se dicen con un beso. Y, sí, estamos hablando de música.

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