Cultura

"La novela de Sánchez Mejías es un reflejo de la lucha del ser humano"

  • El ensayista rescata una obra inédita del polifacético diestro sevillano fallecido en 1934, que también fue reconocido literariamente como autor teatral de éxito

La figura de Ignacio Sánchez Mejías (Sevilla, 1891-Madrid, 1934), cuya cogida en Manzanares y su muerte inspiró la universalmente conocida elegía de Federico García Lorca, continúa engrandeciéndose con el paso del tiempo. Además de un gran torero dentro de la línea lidiadora, Sánchez Mejías fue un hombre inquieto y polifacético, que presidió el Betis, dirigió la Cruz Roja sevillana o pilotó aviones, entre otras muchas actividades dispares. Dentro de su intensa relación con el mundo intelectual, no sólo se relacionó y fue alma de la llamada Generación del 27, sino que también despuntó como dramaturgo en la vanguardista obra freudiana Sinrazón. Ahora, a los 75 años de su adiós, Andrés Amorós saca a la luz una novela inédita del genial artista, La amargura del triunfo (editorial Berenice), que se presentará el próximo 20 de noviembre en Sevilla.

-Andrés, ¿cómo encontró el texto y en qué ha consistido su trabajo hasta editarlo?

-Una nieta del torero, Paloma Recasens Sánchez Mejías, me dejó el manuscrito. Era una especie de ciempiés, con unas páginas a lápiz, otras a pluma, sin orden, con tachaduras; algunas agrupadas como si fueran capítulos. Y entre marzo y junio de este año ordené las páginas, las transcribí y di título a los capítulos. La novela está inacabada. No sé si el orden que yo he establecido es el que el propio Ignacio le hubiera dado. Pero es un final con sentido. Ha sido un trabajo de chinos.

-¿La amargura del triunfo era el título definitivo a cargo de Sánchez Mejías?

-Sin duda. Para Ignacio, el triunfo del torero y, en general, de todos ante la vida, está lleno de amarguras. Refleja el esfuerzo y la voluntad, algo típico de Ignacio y del protagonista -José Antonio, matador de toros-.

-¿Ha encontrado una obra totalmente terminada o era un bosquejo?

-Es una novela con 100 páginas. Mi hipótesis es que quizá falta un capítulo último y un remate final, así como una revisión.

-¿Qué aporta al panorama literario taurino?

-Las mayoría de novelas sobre la Fiesta no se han hecho desde dentro y se quedan en aspectos costumbristas. En esta obra, Sánchez Mejías trata el conflicto humano del protagonista. Es una novela muy digna, que se lee con gusto. Y dentro de la misma tiene mucha importancia el juego de dos personajes, el matador y su mozo de espadas, Espeleta, que aporta el lenguaje andaluz, un tema que me ha llevado mucho tiempo.

-Lejos del dramaturgo innovador, con su obra freudiana Sinrazón, aquí Sánchez Mejías transmite la mayoría de tópicos inherentes al mundo de los toros.

-Pero son tópicos que también son verdad. Por ejemplo, lo del chico humilde que asciende socialmente gracias a sus triunfos como torero. Lo dijo él de sí mismo. En aquella España el torero era un héroe y el toreo servía para el ascenso social.

-¿Cuánto hay de autobiografía en la novela?

-Bastante. Pero de autobiografía profunda. Por ejemplo, la admiración por el Guerra y por Córdoba.

-¿Qué cualidades definen al protagonista, José Antonio, el joven torero triunfador?

-La ambición, la fuerza de voluntad, la lucha con la sociedad y el talento natural del pueblo andaluz. Ignacio, sin estudios, que llegó a bachiller a los 38 años, tenía un refinamiento instintivo. Jorge Guillén se asombraba de su capacidad para entender hasta las teorías vanguardistas.

-Hay un capítulo en el que el protagonista no puede alcanzar a la mujer amada, porque pertenece a la nobleza. Parece que está retratando lo que le había sucedido a su cuñado, Joselito el Gallo, con una Pablo-Romero.

-Ésa es la impresión que da.

-¿Para usted, como crítico literario, cuáles son las aportaciones más estimables del texto y qué carencias puede ofrecer?

-La carencia está en el final, en el capítulo en el que el torero marcha hacia América y hace un repaso de su vida. Aunque en estos tiempos en los que se dejan los finales abiertos... Lo importante es que esta novela es una aportación histórica notable. Hay que tener en cuenta que es un género literario que no se sabía si Sánchez Mejías se había atrevido a tratar. Tiene un buen nivel y hay un lirismo muy significativo en algunos personajes.

-Late hasta una cierta moraleja...

-Que para realizarte como persona, para llegar a lo que quieres, hay que luchar. Eso era Ignacio. Es la lucha por la vida, no en el sentido biológico, sino la vida como lucha. En el fondo, refleja la lucha del ser humano para conseguir su propio destino.

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