Cultura

El periodismo afila el lápiz

Convertida en referencia de la no ficción contemporánea, sobre todo a partir de la publicación en 1990 de El periodista y el asesino, el libro donde acuñó la frase que la ha hecho tan célebre como temible - "Todo periodista que no es demasiado estúpido o está demasiado pagado de sí mismo para enterarse de las cosas sabe que lo que hace es moralmente injustificable"-, la estadounidense (aunque nacida en Praga en 1934) Janet Malcolm sigue maravillando a su fiel legión de lectores con su capacidad "para trascender el reportaje excelente", según el elogio que le dedicó el crítico literario Harold Bloom. En 2015 la editorial Debate tradujo al fin al castellano Cuarenta y un intentos fallidos, una antología de sus reportajes sobre arte y literatura, originalmente publicados en semanarios como The New Yorker, que se abre con una de sus piezas magistrales y que da título al libro: la que dedica al estadounidense David Salle, referente de la pintura posmoderna de los 80, cuyas dudas creativas y dilemas morales nos va desvelando pregunta tras pregunta como si el loft en el que se citan fuera el diván de Freud.

Malcolm, hija de psiquiatra y que precisamente se enfrentó a un pleito tras la publicación de su desmitificador libro sobre el psicoanálisis, ha reflexionado a menudo sobre la capacidad del periodista para explotar la vanidad, la ignorancia o la soledad de las personas y ganarse su confianza para luego traicionarlas sin remordimiento. Y ese es el temor que asalta a menudo a sus entrevistados, como ocurre aquí con el fotógrafo alemán Thomas Struth, al que seguimos mientras fotografía fábricas abandonadas y retrata a la reina de Inglaterra en el palacio de Buckingham. Cuando se atreve a comparar, citando a su maestro Bern Betcher, las fotografías de París de Atget con las imágenes de Marcel Proust, la periodista -que fue durante años crítica de fotografía de The New Yorker- advierte que el alemán no ha leído al autor de En busca del tiempo perdido y registra -con afecto pero sin que le tiemble el pulso- ese instante decisivo en que Struth mete la pata.

Por supuesto, más allá de su inteligencia a la hora de preguntar, y de su rigor al transcribir, destaca su cuidada prosa, cuyo estilo tan elegante como irónico nos recuerda por momentos a los Salinger, Wharton, Woolf y otros grandes escritores que también transitan por estas adictivas páginas.

cuarenta y un intentos fallidos

Janet Malcolm. Trad. Inga Pellisa. Debate. Barcelona, 2015. 255 páginas. 20,90 euros.

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