Cultura

Con plato grande y piñón chico

  • Un hiperactivo Delafé derrochó energía en su concierto para Live the roof

Con un bidón ciclista bien lleno, Óscar D´aniello se preparaba para su etapa. Se vistió de pantalón corto y camisa a cuadros para aguantar el calor malagueño. Y sin apenas recorrido neutralizado, el músico realizó una salida fulgurante en busca de la meta. Lo hizo con una gran cadencia de pedaleo a base de buenas canciones. Temas que le empujaban a seguir con un público tan cercano como si le fuesen abriendo paso en busca de la cima del Alpe D`huez.

Delafé es el alter ego del catalán Óscar D´aniello, que llegó a Málaga en la noche del viernes para presentar su primer disco, La fuerza irresistible. Lo hizo en el hotel Sallés Málaga Centro, dentro del ciclo 43 Live the roof, y ante un grupo de aficionados que le animó sin cesar en todo el trayecto. Y que le agradeció la primera decisión: "Nada de acústicos, esta noche lo vamos a dar todo". Hiperactivo sobre el escenario, desde su primer gesto contagió el baile al centenar corto de personas que acudió a la cita y, también, lo dio todo. Como un pelotón que persigue al escapado: eso sí, sin los comentarios de Perico y Carlos de Andrés.

Con un esfuerzo digno de Froome o Contador, Delafé enganchó canción tras canción para solo detenerse en un par de metas volantes, respirar y alimentarse con un plátano para poder seguir a buen ritmo. Temas que hablaban de amor, felicidad, positivismo; de despertar contigo y desayunar juntos en la playa. Pero también de un país sin gobierno, del cansancio de una sociedad harta de injusticias. Y, por supuesto, de ciclismo, platos, piñones, puertos de montaña como catedrales.

Escurridizas canciones que fue enganchando con samplers variadísimos: de Mecano a Massive Attack, de Ace of Base a Beyoncé. Ritmos que le permitieron construir un intenso concierto cercano a la hora y media en el que nunca se vio al tío del mazo. Un trayecto musical en el que incluyó algunos de sus últimos temas, como La fuerza irresistible o Lo más bonito del mundo, pero también algunos procedentes de los distintos formatos del grupo cuando eran Facto, Delafé y Las Flores Azules, luego Delafé y Las Flores Azules y, ahora, simplemente, Delafé.

Con algún que otro repecho en forma de letras que apenas dejan respirar y sin tramos de transición, Delafé mantuvo el plato grande y el piñón chico de principio a final de la noche. Energía pura que demostraba estrujando el maillot (perdón, la camisa), que chorreaba sudor. En la recta final, sabiéndose ya ganador de la etapa, se gustó con un bis en el que invitó a participar al público, que había calentado ya con los coros de temas previos. Ovación final al cruzar la línea de meta de un concierto-etapa que se hizo corto por su intensidad. Uno de los más divertidos que ha vivido este ciclo 43 Live the roof en Málaga. Y con el que, seguro, Delafé se vistió de amarillo. Chapó.

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