Arte

La presencia de la ausencia

  • Paloma Navares vuelve con 'Dedicatorias' a acariciar algunos de sus temas recurrentes como la fragilidad del ser, la angustia y la falta a través de sus huellas

La exposición con la que se inaugura la Galería Isabel Hurley -un excelente y prometedor espacio para el arte último-, nos brinda la oportunidad de enfrentarnos con la obra de Paloma Navares, una de las artistas españolas que revitalizó, contaminó e hizo desembocar la fotografía en distintos y nuevos escenarios y materiales que superaron los tradicionales soportes y los modos de exposición habituales. Su producción emerge como un repertorio de posibilidades formales y expositivas: cilindros de luz, esculturas-cortinas a base de fotografías, el diálogo entre piezas de distinta naturaleza y el sentido ambiental de muchas de ellas que dinamizan el tiempo y el espacio. Junto a ello, Dedicatorias ofrece algunos temas acariciados por Navares desde hace tiempo, como la fragilidad del ser, la angustia, las figuras de los poetas o la presencia de la ausencia a través de rasgos y huellas como podría ser la escritura. No obstante, estos sugerentes y profundos temas suponen un contrapunto respecto a otra línea que Navares llevó a cabo con anterioridad y que estaba centrada -con extrema vigencia, militancia y crítica- en los discursos de género e identidad, especialmente en lo concerniente al artificio de la belleza, a ésta como canon social, la cosmética como medio para la felicidad, la cirugía estética o la fragmentación del cuerpo. Así de amplia y diversa es su obra: crítica y social tanto como poética y trascendente.

Las piezas expuestas constituyen un homenaje en forma de dedicatorias a poetisas y literatas atormentadas y angustiadas que optaron por el suicidio. Navares realiza dedicatorias a éstas sobreimpresionando textos y dibujos en flores y cantos rodados. De este modo, su obra se conforma como un metafórico lugar de encuentro entre fotografía, vídeo, escritura y naturaleza, que busca, de un modo lírico, sutil y poético, una prospección sobre la fragilidad, la soledad o la desaparición física, al tiempo que subyace la idea de permanencia, de recuerdo de estas autoras y de sus obras que parecen metaforizarse en flores o guijarros. Las primeras, símbolos de la delicadeza, fugacidad y lo finito son, a su vez, imágenes de continua renovación: mueren pero vuelven a florecer.

Las frágiles vidas de sus poetisas se extinguieron, pero sus obras, sus personas hechas personajes, no desaparecen. Las piedras, por otro lado, se manifiestan como soporte primero en el que el hombre dejó su huella artística y la escritura, por ejemplo los jeroglíficos. Las piedras, con inscripciones y dibujos, aludirían precisamente a la permanencia, incluso a la trascendencia, ya que, más allá de su propia naturaleza de durabilidad, algunos de los dibujos son héroes o ángeles, seres trascendentes y memoriales. Esa idea de permanencia es evocada por algunas imágenes de rocas a la orilla del mar que emplea en sus vídeos: piedras solitarias, como las poetas, que se exponen al persistente batir del oleaje y la inclemencia de lo externo.

Su universo cuenta con imágenes que aúnan lo perdurable y lo finito, el recuerdo y la ausencia, la fragilidad y la resistencia. Así, la escritura parece constituirse en fundamento de vida y huella por cual las autoras se legan perdurando en el tiempo, en el recuerdo a pesar de la sustancial fragilidad de sus vidas.

Para abordar estos temas tan sugerentes y delicados, Navares opta, además de estas metáforas visuales, por materiales fotográficos, en algunos casos, translúcidos que adquieren las formas de las flores y cantos fotografiados, metamorfoseándose en objetos, en cosa y no sólo en imagen de la cosa.

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