Cultura

A propósito del 'rarismo'

  • Amparado por Sarah Worden (My Brightest Diamond) y Sufjan Stevens, DM Stith debuta en largo con uno de esos títulos que encontraremos en las listas de 2009

A propósito de la reciente reseña del Tentacles de Crystal Antlers hemos podido seguir en el blog de La Ventana Pop un conciso, civilizado y aun así interesante debate sobre la presunta irrupción del rarismo como factor determinante en la estimación, incluso en la sobrevaloración, por parte de un representativo sector de la audiencia indie-rock de determinadas propuestas sonoras de los últimos años.

Así, de TV on The Radio a Dan Deacon pasando por Animal Collective, por ejemplo, el barroquismo, la excentricidad psicodélica o la marcianización del tropicalismo se convierten en valores en alza, polos de atracción para un público, se apuntó en aquella discusión, que hasta hace bien poco señalaba a la sencillez, a la simplicidad de la canción pop, como factor canónico, referencial.

Basta sin embargo un mínimo de perspectiva histórica para concluir que esta nueva fascinación por la singularidad, entendida como sinónimo de lo decididamente anticonvencional, no es sino una constante en la ya larga y rica historia del rock, una corriente pendular que jalona la creación sonora de manera periódica hasta llegar a nuestros días, en los que, ¿finalmente?, modas y corrientes se superponen y conviven sin llegar a convertirse, más allá de determinados círculos, en tendencias dominantes.

De que estamos en ésas nos sobran pruebas: casi habíamos dado por desaparecido el weird-folk y ahora nos encontramos con esta intrigante, por momentos inquietante e intimidatoria, primera entrega en largo del norteamericano DM Stith tras su debut el pasado 2008 con el epé Curtain Speech. No es exactamente weird, no es exactamente folk, pero sí que vuelve a combinar sendos conceptos para facturar un repertorio que comienza siendo incómodo y termina siendo hipnótico.

Procedente de una familia con larga tradición musical académica, impulsado en primera instancia por Shara Worden (My Brightest Diamond) y lanzado por Sufjan Stevens a través de Asthmatic Kitty Records, David Michael Stith firma un trabajo que juega a esquivar las previsiones y que equilibra ambición e inspiración en la cuenta de resultados. Sus referentes pueden ser tantos como bien rastreables (yo apuntaría a la etapa más hermética de Robert Wyatt: otro ejemplo de movimiento pendular), aunque por fortuna la importancia de las influencias se diluye a lo largo de una docena de cortes con indisimulada querencia por la ensoñación -los coros espectrales de Pigs y Spirit Parade-, el lirismo -BMB, Fire of Birds- y los paisajes oníricos -Thanksgiving Moon-. Raro o no, la belleza de un disco así parece incontestable.

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