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Cultura

"El público que paga una entrada para verte merece toda la precaución"

  • La gran voz malagueña actuará el próximo día 21 en el Festival de la Cueva de Nerja con todas las localidades vendidas para repasar su carrera en formato íntimo, desde sus orígenes en la copla hasta el audaz presente

No falla: cada concierto de Pasión Vega (Madrid, 1976) en Málaga se salda con el aforo completo. La próxima ocasión para comprobarlo vendrá servida el sábado 21 en el Festival de la Cueva de la Nerja, en un concierto para el que ha vuelto a agotar todas las entradas y en el que revisará su ya amplia carrera, desde sus orígenes en la copla hasta Sin compasión pasando por su singular revisión del cancionero latinoamericano y las canciones que algunos de los autores más prestigiosos del momento han escrito para ella. Málaga quiere a su Pasión Vega, y ella corresponde.

-¿Un sitio especial como la Cueva de Nerja requiere necesariamente de un repertorio especial?

-Así es. Vamos a presentar una especie de retrospectiva muy abierta y especialmente adaptada a las condiciones acústicas del sitio. El repertorio abarca desde mis primeros trabajos de copla hasta mi último disco, Sin compasión, pero se trata sobre todo de dar al público lo que espera, con cariño, aunque sin renunciar a la sorpresa.

-También apuesta para la ocasión por un formato más íntimo. ¿Prefiere decir ahora las cosas bajito?

-Hemos optado por una formación reducida de tres músicos, con guitarra, violín y mandolina y piano. Queríamos obtener un sonido más apropiado para el entorno, más apegado a la tierra, puro y desnudo, pero no por ello menos intenso.

-A lo largo de su carrera la hemos visto arropada por orquestas sinfónicas y también casi a solas en el escenario. ¿En qué condiciones se siente más cómoda?

-Lo mejor es poder alternar, sentirte arropada por un gran grupo de músicos y optar después por algo más lírico. Cuando decides hacer algo distinto, que no has hecho nunca, primero vas con mucho respeto, luego te vas haciendo con las claves y finalmente te vas empapando. Pero se trata de aprender, siempre. Y de no renunciar a nada.

-¿Y por qué se está dejando empapar ahora? ¿Hacia dónde le guía actualmente su intuición?

-La verdad es que mis próximos proyectos tienen un carácter muy clásico, como Azabache, que llegará a la plaza de toros de La Malagueta en septiembre y que, como el espectáculo original, es una mirada a la copla en su acepción más pura. También estoy trabajando en un proyecto en torno a Lorca y Falla, que se hará únicamente para el directo y que abordará todas las influencias que dejaron ambos tras de sí en la música popular. Esperamos estrenarlo en noviembre. Pero si me preguntas por mi intuición, últimamente me apetece probar con un repertorio más anglosajón, norteamericano, más próximo al jazz. Me gustaría mucho comprobar que soy capaz de cantar en otro idioma y hacer algo así.

-No desentonaría en absoluto respecto a su trayectoria. Su puesta en escena remite en gran medida a la tradición vocal del jazz.

-¿En serio? Es curioso, porque últimamente cierro mis conciertos con Somewhere over the rainbow, que es una canción que me gusta mucho, que me hace sentir muy bien y me hace recordar muchas cosas. El público, en ese momento, se divierte y lo manifiesta, y creo que la gente agradece ver que no estás amarrada a ningún trono, que estás dispuesta a levantarte y probar otra cosa. Pero también la opinión del público es importante y habrá que tenerla en cuenta.

-Precisamente, ¿le ha perdido de una vez el respeto al público? ¿Lo tiene ya calado?

-¡No, para nada! No creo que pueda. Mi relación con el público se da en dos direcciones: una de máximo respeto, que se traduce todavía en muchos nervios antes de salir al escenario, y otra de afectos. Cada vez me siento más querida por el público, y eso me halaga, pero tampoco me relaja. Siento un respeto profundo por el público. Soy plenamente consciente de que la gente que compra una entrada y guarda cola para ir a verte merece todo el respeto y toda la precaución. Merece que lo hagas bien, siempre, en cualquier circunstancia. No todo vale. Por eso, como cantante procuro hacer siempre mi trabajo lo mejor posible. Y como mujer procuro dar siempre una imagen tranquila, sin sobresaltos, con la que la gente pueda sentirse a gusto.

-¿Recuerda un momento de su carrera de manera especial, ése en que pensó lo he conseguido?

-Ha habido muchos momentos muy hermosos. A veces, los más reconfortantes no tienen que estar vinculados necesariamente con el éxito. Ocurre a veces, sale la magia y lo disfrutas. Pero recuerdo especialmente la primera vez que actué con una gran orquesta en el Lope de Vega, en Sevilla, en el certamen Sevilla y la copla. Creo que era el año 94. Canté sólo cuatro canciones, pero fue suficiente: cuando terminé, tomé la decisión firme de que me quería dedicar a esto.

-Desde entonces ha abordado géneros muy distintos y repertorios variados, clásicos y contemporáneos. ¿Cómo es la transición de uno a otro, especialmente en cuanto a técnica vocal? ¿Hay una preparación concienzuda, o sale todo de manera natural?

-Hay un trabajo de adaptación, tiene que haberlo siempre, pero es muy natural. Trabajo sobre todo con los textos, ellos me dan la clave. Los textos de autores andaluces, por ejemplo, siempre tienen un determinado sonido y requieren una técnica concreta. Pero siempre tengo presente que menos es más y que todo debe ir de dentro hacia fuera: es el sentimiento el que debe guiar a la voz, y no al revés.

-¿Con qué músico o autor le gustaría colaborar en el futuro?

-Me gustaría mucho trabajar con Gustavo Dudamel, el director de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles y de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar. De hecho, nos conocimos hace un par de años y ya entonces apuntamos la posibilidad. Es complicado, pero sería una puerta magnífica para acceder al mundo clásico. Creo que su trabajo es maravilloso. Le admiro mucho.

-A lo largo de esta entrevista ha hecho usted varias referencias al concepto clásico. ¿Nos da permiso para sospechar algo?

-Me gusta lo popular, pero es que lo popular puede llegar a ser clásico. A menudo entendemos lo clásico como algo excesivamente intelectual, distante, pero para mí lo clásico es lo atemporal, lo que nunca pasa de moda. Mis referentes son artistas con bases firmes, porque tienen autoridad para hacer cualquier cosa. Me interesan las canciones que duran toda la vida. Como un árbol con raíces fuertes.

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