Cultura

"No se puede fomentar sólo la cultura de exposiciones, las necesidades son otras"

  • El barítono malagueño regresa al Teatro Cervantes con una versión en concierto de 'Falstaff' de Verdi. En esta entrevista revisa el presente cultural de su ciudad.

Locuaz, amable y sin medias tintas: Carlos Álvarez (Málaga, 1966) regresa al Teatro Cervantes siendo el de siempre, en esta ocasión con una versión en concierto del Falstaff de Verdi junto a la Orquesta Filarmónica de Málaga, el Coro de Ópera de Málaga, la dirección musical de Miquel Ortega y un reparto de solistas que incluye a Juan Jesús Rodríguez, María Rey-Joly, Cristina Toledo y Asude Kayaravuz, entre otros. Eso sí, lo que podrá disfrutarse mañana viernes y el domingo será todo un debut por derecho, ya que, aunque sin escenografía, Álvarez interpretará por primera vez al magnífico borrachín, obeso y fanfarrón creado por Shakespeare: sus vínculos con esta genial ópera que Verdi compuso con 79 años y estrenó con 80 se han dado principalmente a través de otro de los protagonistas, Ford, pero será en Málaga donde Álvarez tenga la ocasión de quitarse esta espinita.

Esta nueva cita en casa se inscribe en una apretada agenda internacional: Álvarez llega a Málaga poco después de haber puesto boca abajo el Teatro Comunale de Bolonia con el Guillermo Tell de Rossini cinco noches seguidas, en diciembre hará lo propio con Tosca en el Teatro de la Ópera de Génova ("Aunque antes el teatro debe satisfacer la deuda económica que tiene conmigo desde el Otello que hicimos allí el año pasado. Todavía no me han pagado. Que conste que eso no pasa en el Teatro Cervantes", apuntó ayer) y en enero en el Teatro Campoamor de Oviedo con Sansón y Dalila de Saint-Saëns. Antes, eso sí, ofrecerá un recital en Hannover el 31 de este mes y al día siguiente se incorporará a los ensayos de Don Giovanni en el Maestranza de Sevilla. Álvarez (que, por cierto, tuvo ayer un recuerdo especial para Pedro Aparicio como gran impulsor de la actividad lírica y musical en Málaga) se siente "agradecido por tener una agenda de actuaciones hasta 2017, y más teniendo en cuenta cuál es la situación". Y para ser más explícito, puso un ejemplo: "El alcalde de Roma ha decidido destituir a toda la plantilla del Coro de Ópera y la Orquesta tras la salida de Ricardo Muti. Ha sentado un precedente terrible. Aunque eso ya sucede en España. El Coro del Teatro Real, por ejemplo, no es propiamente tal, sino una formación privada, el Coro Intermezzo, que arrenda su servicio".

Procede preguntar a Álvarez, así, por los datos del último Anuario de la Sgae, que reflejan una pérdida de público en el sector de las artes escénicas (lírica incluida) del 34% desde 2008 hasta 2013, agudizada a partir de la subida del IVA. Y Álvarez responde: "La verdad es que si un IVA del 21% tenía afán recaudatorio, se ha comprobado que ha sido un fallo garrafal, porque lo que se ha conseguido ha sido alejar a los espectadores. Me parece que esa propuesta de impuesto tenía un objetivo más ideológico, de castigo a la cultura, y en ese sentido sí que la actuación ha sido magnífica. Pero nos encontramos con todo un sector productivo que está sufriendo mucho. Y no sólo de manera económica, porque la gente quizá no nota ese aumento, si bien los profesionales están obligados a perder en impuestos casi una cuarta parte de lo que facturan; es que, además, cuando el público oye que la situación es crítica, la sensación de reserva aumenta inmediatamente. Se pierde la actitud positiva de ir al teatro, se lo piensan dos veces, y al final esto choca contra los intereses de la industria cultural. Cabría preguntarse si, dado que parece que los planes Pive funcionan a favor de la industria automovilística, ¿por qué no plantear algo parecido para el mundo de la cultura?"

Y añade: "Pero también es cierto que al final vamos a tener que definir qué es cultura, y cuál es la cultura que ha de recibir ese esfuerzo. También conviene recordar que es toda la ciudadanía la que contribuye con sus impuestos a que el sector vaya adelante. Creo que nos equivocamos si metemos la cultura en la arena política, porque el que sale perdiendo ahí no es tanto el sector como el ciudadano. Al final se da por perdida la posibilidad de que el usuario potencial acuda a ver una ópera o una obra de teatro, por más que, paradójicamente, haya una oferta notable. La imagen del ciudadano deprimido por la situación económica es real, y a no ser que haya un cambio de mentalidad que debe ir unido a un cambio económico que pueda ser percibido por la gente, y que no se dé por sentado sólo porque el Gobierno diga que se ha salido de la crisis, esa imagen persistirá. Si esa circunstancia no se da, difícilmente podremos hacer algo, por más que sean los artistas los que tiren del carro aun con trece puntos más de impuesto en las facturas. Mientras esto sucede, de hecho, hay compañeros que se ven obligados a trabajar de forma ilegal porque lo que ganan no les da para pagar la cuota de autónomo".

Pero no será suficiente una bajada del IVA para conseguir la recuperación del público perdido, y Carlos Álvarez se resuelve de manera igualmente ilustrativa: "El estímulo está en la calidad. Éste es el criterio esencial para lograr que la gente venga al teatro a ver ópera. Pero si no se mantiene la calidad, y esto tiene que ver directamente con las programaciones, entonces la gente se aburre y ya no va. Y a lo mejor un público que ya es veterano puede pensar 'bueno, aquí se han equivocado, esperemos que la siguiente sea mejor'. Pero un público inexperto, que va a la ópera por primera vez y se encuentra determinadas cosas, no va a volver". En este sentido, el barítono no tiene reparos en concretar respecto al Teatro Cervantes: "Yo quiero ver cómo es el Ballo in Maschera que se va a hacer aquí próximamente; porque a lo mejor, éste, que es el teatro municipal, el escenario de referencia en la ciudad, debe mantener unas cotas de exigencia y calidad en la programación. Porque es una exigencia del público, y porque no basta con cumplimentar un informe. No nos podemos permitir que en situaciones así, por salvar la apariencia de que se hacen cosas, se haga cualquier cosa. Más aún cuando hay artistas de mucha calidad. La ópera es imprescindible en los sitios donde se hace muy bien, porque la gente quiere más, y quiere calidad".

En su intervención durante la rueda de prensa, al dar cuenta de sus "sentimientos encontrados", Álvarez manifestó su "decepción" por la paralización del proyecto del Auditorio. El alcalde, Francisco de la Torre, presente en el acto, aprovechó la coyuntura para anunciar su intención de crear un nuevo convenio para la construcción del equipamiento, en los mismos términos en que ya habían sido planteados, junto a la Diputación, la Junta de Andalucía y el Ministerio de Cultura. Álvarez da por bueno el empeño, pero, ya en conversación con Málaga Hoy, vuelve a subrayar la necesidad de ser rigurosos con la programación, también en un futuro (y por ahora hipotético) Auditorio: "Sí, primero tengamos el Auditorio, pero habría que hablar también de la programación a la vez. A ver, hay tantas cosas que podrían tener una cabida importante y digna en el equipamiento que el inicio de la actividad estaría asegurado a nivel artístico. Pero el Auditorio requiere de profesionales tanto para la equipación como para la programación. Si creamos una estructura con una base amplia, de abajo a arriba, en trabajo continuo con coros y orquestas, el proyecto saldría adelante, seguro. Cuando le digo al alcalde que si abren el Auditorio vendrá no sólo gente de Motril o de Córdoba, también de Alemania, se lo digo porque yo veo eso continuamente en mi trabajo". Y añade una lectura más que oportuna respecto a la política cultural en la ciudad: "No se puede fomentar sólo la cultura de exposiciones; al contrario, hay que fomentar la cultura transitiva, la de acción, que es la que urge hoy, porque los espacios, al final, podrán llamar a más o menos gente en función del contenido. Las estadísticas son claras: la lírica es el ámbito cultural que más atractivo ejerce en la población. Pero a lo mejor hay que ser menos inspector de Hacienda para entenderlo". Amén.

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